Yendo justo en dirección contraria, y como a estas horas no tengo nada que celebrar, me he puesto a contar los años que tengo. Si cuento desde la fecha de nacimiento, unos días más tarde del gol de Marcelino a los rusos, tengo 47. Pero si cuento uno por uno los años que he vivido, resulta que voy a empezar a vivir el número 49. Ese desfase de un año me tiene completamente trastornado, y no alcanzo a entender la razón del mismo. Lo voy a dejar para otro día que tenga más luces.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.