"Heriotzak ere ez du sekula kartarik erakusten" (la muerte nunca enseña las cartas), dice Uribe en esa novela tan especial que os he recomendando ni sé las veces ("Bilbao - Nueva York - Bilbao") Yo creo que es al revés, pero la realidad no. La realidad dice que la muerte permanece siempre agazapada detrás de nuestra estupidez. Prueba de ello es que Maria nadaba tan ricamente en un parque de Quebec con su traje de novia, pidiendo que le hicieran fotos, hasta que el traje se hizo tan pesado que la arrastró y la ahogó. El día de su boda, con 30 años. Maria se murió estúpidamente. Igual que Hanna Lundmark imaginó la muerte, como una calma súbita, inesperada, que aparece de ninguna parte, como el viento. Un traslado repentino al socaire.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.