Egunon Mikel: me sorprenden las audiencias de la series policíacas americanas en España. Es más entretenido leer la prensa o escuchar la radio. España es un país policiacamente (imagino que esto está mal dicho) entretenido. En los Estados Unidos los encuentros entre policías y sospechosos se producen en callejones aislados (en España no hay tantos callejones sin salida repletos de cajas y contenedores como en USA, eso es cierto) o en cubículos grises herméticos y deprimentes. Aquí se usa la cafetería. Allí se ponen gafas oscuras y hablan bajito. Aquí no: imagínate que eres el presidente de un gobierno autonómico y te llama un policía para quedar. Pues aunque el tema te dé mala espina, le citas en el bar de enfrente, en la mismísima Puerta del Sol, que es como el desierto de los Monegros pero al revés, con mucha gente yendo, viniendo, estando y sacándose fotos, y no te llevas ni gafas oscuras, ni el bigote postizo, ni dos guardaespaldas, ni un par de testigos por si al policía se le o
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.