Egunon, Mikel: ya sé que esperabas algunas palabras mías sobre el nuevo Papa, unas palabras de bienvenida al Pontífice, o algo así, pero cuando aquel señor de rojo dijo con histriónica entonación que el nuevo Papa se llamaría Franciscus y ví que la gente empezó a decir paridas, a mí se me quitaron las ganas. Me llegó un tuit de un vasco diciendo que qué bien, un Papa Patxi. Un comentarísta dijo que era en memoria de San Francisco Javier, porque era jesuíta, como él. Nada. Ayer decía el Papa que era en recuerdo de otro Francisco, también santo, pero italiano, de Asís. La tontería más gorda que oí es que como el Papa habla español, eso refuerza la marca "España" en el mundo. Claro, igual que hacen todos los Franciscos españoles, como Paquirri, Paquirrín, o Paco Clavel. No oí a nadie decir que como al Papa le gusta el tango, se puso Francisco en homenaje al cantante porteño Francisco Florentino, de origen italiano, como él. Ni a nadie decir que como al Papa le gusta el
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.