Señor Espíritu Santo, o la-esperanza-que-nos-queda:
como dijo Jesús que usted vendría, y que todo lo que pidiéramos a Dios en su nombre, él lo haría, pues yo le quiero pedir que aproveche este cónclave para poner patas arriba la Iglesia. Con todo mi respeto le pido que empiece por el principio, y que limpie la Capilla Sixtina de corruptos y de personas ansiosas de poder. Que se queden solo los que quieren a Jesús por encima de sus privilegios.
Y luego, métase en harina e influya como solo puede influir un Espíritu Santo curtido como usted. Elija a alguien que no tenga ni idea de Derecho Canónico, pero que conozca bien a Jesús. Elija a alguien que vista de carrefour, y ya verá qué pronto acaba con anillos, cruces, púrpuras y todas esas mandangas y la de pizzas que se pueden comer los pobres de Roma con el dinero de su venta. Elija a alguien libre para decir cosas aunque molesten al Opus y a Comunión y Liberación. Elija a alguien que haya tenido reuniones con catequistas de las que acaban a las once de la noche en un bar. Si tiene que ser cura, elija a alguno que haya presidido misas de esas a las que va la gente y no tiene que mirar el reloj cada tres minutos. Elija por favor a alguna persona a la que se le entiendan las cosas que dice. Pero si puede ser cualquiera, échele un par de huevos y elija a una mujer, negra, con ocho hijos muertos de hambre, a ver si algún cardenal se atreve a contradecirlo, y ya verá cómo cambia el orden de prioridades en la Iglesia. Y qué poca falta harán ya en ella los ratones de biblioteca que se la pasan leyendo tesis doctorales y libros de teología para condenar al silencio a sus autores. Y qué falta harán los que hagan que los ciegos vean y que los cojos anden.
Si como todos pensamos esta elección es cosa de una reunión a la que todo llega atado y bien atado, el cónclave se ventilará en dos días. A mí todavía me queda la esperanza de que usted, si de verdad es el Espíritu de Jesús, lo desmonte todo, como hizo Él.
Una última cosa. Si le queda a usted tiempo y puede acabar, de paso, con los Legionarios de Cristo, me da la sensación de que habrá usted aprovechado mejor la visita al Vaticano.
Suyo afectísimo,
egunon.
como dijo Jesús que usted vendría, y que todo lo que pidiéramos a Dios en su nombre, él lo haría, pues yo le quiero pedir que aproveche este cónclave para poner patas arriba la Iglesia. Con todo mi respeto le pido que empiece por el principio, y que limpie la Capilla Sixtina de corruptos y de personas ansiosas de poder. Que se queden solo los que quieren a Jesús por encima de sus privilegios.
Y luego, métase en harina e influya como solo puede influir un Espíritu Santo curtido como usted. Elija a alguien que no tenga ni idea de Derecho Canónico, pero que conozca bien a Jesús. Elija a alguien que vista de carrefour, y ya verá qué pronto acaba con anillos, cruces, púrpuras y todas esas mandangas y la de pizzas que se pueden comer los pobres de Roma con el dinero de su venta. Elija a alguien libre para decir cosas aunque molesten al Opus y a Comunión y Liberación. Elija a alguien que haya tenido reuniones con catequistas de las que acaban a las once de la noche en un bar. Si tiene que ser cura, elija a alguno que haya presidido misas de esas a las que va la gente y no tiene que mirar el reloj cada tres minutos. Elija por favor a alguna persona a la que se le entiendan las cosas que dice. Pero si puede ser cualquiera, échele un par de huevos y elija a una mujer, negra, con ocho hijos muertos de hambre, a ver si algún cardenal se atreve a contradecirlo, y ya verá cómo cambia el orden de prioridades en la Iglesia. Y qué poca falta harán ya en ella los ratones de biblioteca que se la pasan leyendo tesis doctorales y libros de teología para condenar al silencio a sus autores. Y qué falta harán los que hagan que los ciegos vean y que los cojos anden.
Si como todos pensamos esta elección es cosa de una reunión a la que todo llega atado y bien atado, el cónclave se ventilará en dos días. A mí todavía me queda la esperanza de que usted, si de verdad es el Espíritu de Jesús, lo desmonte todo, como hizo Él.
Una última cosa. Si le queda a usted tiempo y puede acabar, de paso, con los Legionarios de Cristo, me da la sensación de que habrá usted aprovechado mejor la visita al Vaticano.
Suyo afectísimo,
egunon.
Amén.
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