Egunon Mikel, cuando el mes que viene Fernando Rivas (entrenador de la campeona olímpica de badminton) entre en un bar de Madrid a tomarse una caña, no lo conocerá nadie. Y lo mismo que a él le pasará a Eva Calvo en Leganés, a Maialen Chourraut en San Sebastián, o a Lourdes Mohedano en Córdoba. Ni aunque entren dentro en el bar con su medalla olímpica colgando del cuello (adónde va ésta, con lo que falta para carnaval, pensarán). El fin de los Juegos y el comienzo de la Liga nos devuelve a la cuestión acerca de lo que importa y lo que no y al esquema Deportes-Cuatro, según el cual merecen más atención las molestias de Messi en los isquiotibiales (¿desde cuando existen los isquiotibiales?) o el último periscope de Cristiano presumiendo de Bugatti que las medallas (3 en un mes, y correspondientes a tres Juegos distintos) de Lidia Valentín. Es lo que pagan los anunciantes, a quienes el badminton, el taekwondo, el piragüismo y la gimnasia rítimica les importan lo mismo que a cada uno
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.