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Mostrando entradas de 2020

El Bruselas

Egunon Mikel: yo de mayor quiero ser Europa, y que mi trabajo sea dar recomendaciones a los países. Levantarme a las mañanas y convocar a mis asesores y al responsable del Gabinete de Ocurrencias y preguntar a ver qué podemos recomendar hoy, huevos con beicon, señor, no, hombre, en plan política y así, ah, pues que reabran las fronteras en cuanto puedan para reactivar el turismo, buena idea, es corta, con mucho sentido común, no les compromete a nada..., venga, trae el boletin y la escribimos. Y al cabo de dos horas, tomando un vermú con Carpano debajo de un cuadro de Tapies y al lado de un ventanal con vistas a la Grand Place, poner el noticioso y escuchar: "Bruselas recomienda..."

El terrazas

Egunon Mikel: empecé a pensar que las terrazas son un lugar inhóspito cuando Emilio me explicó que lo más del verano en Santa Pola era tomarse una paella en una de ellas con la única separación de un bolardo entre el arroz y el CO2 del escape de los coches con matricula de Madrid que circulaban por la calzada, y desde entonces, las he mirado con ojos inquisidores, es decir, con ganas de pegarles fuego, dejando así más sitio para que por las aceras puedan transitar personas, animales y objetos, asunto muy importante en unas pocas fechas, cuando lleguemos a la fase que corresponda, sin tener que reducir al mínimo, ahora que la cosa está jodida, la distancia que nos conviene guardar entre humanos, por mor del metro y poco que deja la terraza entre ella y el local al que pertenece. Y aquella mirada de Torquemada a esos conglomerados de desorden se ha ido con el tiempo convirtiendo en repelús y escalofrío al ver multiplicarse el plástico que los conforman, polietileno para depositar el

El vocablos

Egunon, Mikel ¿Sabes si alguien se ha molestado en leer el pie de página de la Orden Ministerial que establece entre las medidas sanitarias el establecimiento de una distancia de seguridad de 2 metros entre personas, y que dice que a la ampliación del espacio entre seres humanos le corresponde una corrección inversamente proporcional de los tiempos de parloteo en las tiendas mientras haya cola a la puerta, que parece que hay gente que tiene que decir un determinado número de palabras cada día, y como no las dice en casa, porque ya no le aguanta nadie, pues sale a la calle a agotar el cupo con la farmacéutica, el carnicero, la panadera y el frutero, con un interés insano en cómo se encuentran todos los familiares de cada uno de ellos, que hasta los cojones están de repetir las mismas chuminadas a todas las clientas agotadoras y en compartir hasta los detalles más irrelevantes de la vida propia, que, ahora, en tiempos de confinamiento, es una mierda de vida exactamente igual a la de cu

El ventanas

Egunon Mikel ¿No te sientes muy observado cuando vas al súper? Pues es porque a la sombra del cornavirus se multiplican personajes pintorescos, entre los que prolifera, por encima de muchos, y solo superado por el notas, el ventanas. El ventanas se levanta temprano, hace sus abluciones, desayuna frugalmente y se sienta junto a la ventana con su cuaderno de confinamiento, en el que va apuntando sus observaciones: "la señora del 8 va camino de la panadería". Y luego deja vagar a sus pensamientos: "a ver si hace como ayer, que fue tres veces a la panadería, para darse una vuelta, supongo; lo que es raro es que todavía no haya salido el calvo de gafas con el perro, ah, si por ahí viene". Y anota "el calvo del perro pasa tres veces en veinte minutos". Y sus pensamientos, "¿pero no era el mínimo tiempo posible y lo más cerca posible de la casa de uno? Vete a tu casa ya, caradura." Asi le dan las dos. Niceto, a comer, escucha. Come con su señora, qu

El notas

Egunon Mikel pese a que tienes pocos años, ya te has enfrentado a muchas pruebas en la vida. Operaciones delicadísimas, viajes a los confines de Europa, encuentros con delincuentes peligrosos en los túneles del metro... Sin embargo, te quedan aún pruebas durísimas que superar hasta alcanzar la cima de la vida. Una de ellas es la de conocer a un ser humano al que no podrás dejar de mirar y preguntarte qué madre lo parió, o contrá qué se golpeó tiempo atrás. Me refiero a "el notas". Antes, en la era de la normalidad, el notas era el padre que, en un partido de alevines, cuyo resultado importa tanto como el conocimiento de las habilidades musicales del verdel del Cantábrico, aprovecha el silencio del respetable para decir al chaval de dieciséis años que está pitando el partido, bien alto, para que lo oiga todo el mundo, aquello de "arbitro, no tienes ni puta idea". En estos tiempos de pandemia y confinamiento el notas da todo de sí, porque la gente está tan aburr

Pa chulo, yo

Egunon, Mikel ¿cómo llevas el confinamiento? Yo aprovecho para diseccionar el alma humana, a ver qué encuentro. El otro día, en el súper, enfilaba yo el pasillo de legumbres cuando me encontré de cara con él. El espacio entre estanterías es de dos metros, y él avanzaba por el medio, de manera que tuve que elegir entre respetar la distancia social dictada por las autoridades o asumir el riesgo de contagio. Opté por lo primero y derivé hacia lácteos, porque me hacian falta yogures, también. En el pasillo de galletas, tuve la misma aparición. Entonces me fijé. Caminaba con esos andares de ya te apartarás. Como si hubiera escuchado en la tele a alguien diciendo "pues ahora os quedáis en casa, y si salís, con guantes y mascarilla" y hubiese respondido "ja". Arremangado, con ese "tumbao" de los chulos al caminar, sin epi ninguno y cruzando miradas con todo dios para que lo vieran bien. Si hubiese sido un cómic, que poco le faltaba, tendría sobre la cabeza

La primera ley fundamental de la estupidez humana

Aprovechando la llegada de la primavera, quería retomar el hilo de anteayer, escribir algo corto y bonito, con una canción, pero no me dejan. Y debo volver a hablar de estupidez.       Lo hago impulsado por la requisitoria de un Inspector de Educación que pide, hoy domingo, y para mañana, lunes, a los centros a él adscritos, que le envíen su protocolo de crisis. Pensaba aconsejar que pidieran al Inspector que les mande el protocolo de crisis de la Inspección, para copiarlo, pero me ha picado la curiosidad, y he decidido buscar en el libro de Cipolla una explicación a tal comportamiento. Y la he econtrado en el despliegue de la primera ley fundamental de la estupidez humana, esa que, como os comentaba ayer, dice que siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo. Pues bien, Cipolla explica que "por muy alta que sea la estimación cuantitativa que uno haga de la estupidez humana, siempre

Las leyes fundamentales de la estupidez humana

El actual estado de cosas, todos encerrados, hace más difícil la propagación del virus, pero multiplica el número de estúpidos, o, al menos, hace aflorar todos los que había. Por eso, es de todo punto obligado retomar este blog en el punto en el que lo dejamos y recordar en este momento, en mitad del estado de alarma, las cinco leyes fundamentales de la estupidez humana, que tan oportunamente glosó Carlo Maria Cipolla en su inolvidable "Allegro ma non troppo". Primera ley: siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpid os que circulan por el mundo (por eso nos sorprende ver a tantos, por todos lados, yéndose a Gandía desde Madrid, o a Laredo, desde Bilbao, a evadirse un poco de esta situación angustiosa). Segunda Ley: la probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona (por eso, no debe sorprendernos ver a diputados, inteligentes personas, dando be