No, Mikel, no. Hay que buscar otra solución. ¿Qué quieres? ¿Que la azafata me vea encendiendo el móvil a escondidas? ¿Y si es una de esas feas, que van con moño, y de rostro severo, que según la ves venir por el pasillo ya pones el respaldo en posición vertical y la mesita plegada aunque no toque, por si te cae una bronca? ¿Y si nuestros mensajes interfieren en las órdenes de vuelo y acabamos en Boston, o en Ourense? Aunque a lo mejor, si viaja Melendi en el mismo vuelo podemos aprovechar el re-vuelo para mensajearnos a escondidas. No sé, me parece muy arriesgado. Tenemos que pensar algo.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.