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Llongueras

Como quería ser solidario con Mikel, nada más llegar a Madrid me fui a cortar los pelos, en el ratito libre que tenía. Me hizo el arreglo un joven musulmán que se paraba a cada rato a mirar la tele. En una peluquería de caballeros de Villaverde con el suelo alfombrado de pelos de varias generaciones, y mierda por toneladas en los espejos y en los hules que cubrian cualquier espacio donde se pudiera depositar un algo. El muchacho tampoco daba conversación, y eso ya es un punto. Mientras pasaba la maquineta, miraba al televisor y mantenía con los protagonistas, o con los espíritus de sus antepasados, yo que sé, una conversación entrecortada de risas y de jaculatorias. Se había aprendido mi cabeza de memoria y no necesitaba mirar, más que de vez en cuando, o cuando notaba sangre en los dedillos, y para poner un apósito remojado en alcohol de 90. Buen rato no pasé, pero por seis euros...

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.