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De Valladolid (vamos, Mikel, txapeldun)

La desorientación del Xavi empieza a preocuparme. Y lo que piense de mí, también. Hoy estaba yo cenándome a medias con Mikel una tortilla de jamón de esas rotundas que ponen en el hospital, cuando me entra una llamada de un número desconocido.

- debe ser el Xavi, que suele gorronearle el móvil a sus amigos para hacer llamadas a estas horas, comenté con la boca llena (los espirales con tomate estaban más buenos todavía).

- ¿Sí?

- ¿Aita?, ¿ya has vuelto de Valladolid?

(yo había ido a trabajar a Rabé de las Calzadas, en Burgos, y no me explico cómo él pensó en Valladolid, si yo nunca he ido a trabajar a Valladolid, debe ser porque llevamos toda la semana estudiando paises y capitales europeas, y el subconsciente le rebotó el nombre de Pucela como podía haberle envíado el de Tallín o el de Bratislava)

- Sí, ya he vuelto de Valladolid, ahora estoy en el Hospital con tu primo, ¿qué se te ofrece?

- ¿qué?

- que qué quieres, que para que me llamas.

- a ver a qué hora tengo que ir a casa.

- ¿diez menos cuarto?

- diez

- diez menos diez

- diez menos cinco.

- hecho.

- ¿que hay para cenar?

- Lo ignoro.

- ¿Qué?

- Que no sé.

- ¿Puedo invitar a Aitor a cenar?

- No.

- ¿Por qué?

- ....... porque tiene que ir con sus padres a Valladolid.

- Ah, bueno aita...


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