Egun on, Mikel como el fútbol es como la vida, veo mucho fútbol a ver si aprendo algo de la vida. Una de las cosas que he aprendido es que no es conveniente utilizar los adjetivos para un fin distinto del que tenían en el momento de su creación. Es lo que hace mucha gente es sus conversaciones estándar: las del bar, las de la salida del colegio de los hijos y las de pasear con las amigas y los amigos, ahora que se ha puesto tan de moda el hacer cinco kilómetros a las mañanas. En esos diálogos se reproducen con mucha frecuencia los adjetivos vergonzoso, impresentable y lamentable. Es lo que hicieron muchos al acabar la final de Copa aplazada de 2020, aquella en la que la Real Sociedad de Fútbol ganó al Athletic en un partido malísimo. Del Athletic oí decir que habían jugado un partido vergonzoso, impresentable e impropio. Y no. Jugaron mal. Igual de mal que la Real. O peor, a veces. Impropio es mandar a Errejón al médico desde un escaño del Congreso. De la derecha, el escaño. Impresen
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.