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Mostrando entradas de marzo, 2011

No se altere

- Sí, dígame. - ¿Es usted Pedro Mendigutxia? - El mismo. - Le llamo del ambulatorio de Ortuella, no se retire que le paso con la persona especializada... No me dió tiempo de preguntar especializada en qué, porque me puso una música horrible y me tuvo en espera algo que se me antojó una eternidad, pero que en realidad no pasarían de los cinco minutos. Al cabo de este tiempo me habló una voz masculina desde el otro lado de lo que sea. - ¿Qué desea?, me preguntó. - qué desea usted , repuse, yo no he llamado . - ¿Pero con quien quiere hablar? (otra pregunta absurda) - Que no quiero hablar con nadie, que yo no he llamado. - Pues en la pantalla pone ambulatorio de Zuazo, debe haber un cruce de lineas. - Pues habrá, ¿y usted quien es?. - Yo soy del Hospital de Cruces. - Pues le voy a explicar, que lo veo más perdido que yo. Yo estaba tranquilamente en mi casa, y me han llamado del ambulatorio de Ortuella para decirme que me iban a poner con una persona es

Vergüenza zoológica

Una de las cosas a las que dedico el tiempo es a leer cosas de hace seis meses. Me imagino cómo era mi vida entonces, entre los pinos de la Costa Brava, y todo se me hace más fácil, y me duele menos la vida, digo la pierna. Citaba Sánchez Ferlosio, en El País del 7 de agosto, al Marqués de Bradomín, cuando este dice (Sonata de Estío, de Valle Inclán) que al " al ver los puñetazos pueriles y grotescos en la cubierta de la goleta, descubrí una nueva versión de la vergüenza: la vergüenza zoológica ". Así es como ven muchos el deporte, y no es extraño. Los que gustamos del fútbol solemos cubrirlo de una pátina de sentimientos y glamour, pero debajo no hay mucho más que esos comportamientos animales, rodeados de bastante interés mercantil. O sea, mierda. Ahora comentan la patada de De Jong a Xabi Alonso en la final del Mundial, ¿os acordáis, qué bestia?. Pero siempre ha sido igual. Otros futbolistas, internacionales, han hecho lo mismo. Simeone pis

Eider

Rara vez se conocen personas extraordinarias. Porque hay muy pocas, claro. Pero es que en mi caso, además, el natural despistado ayuda poco, y la vida parece colocarme siempre en la porteria contraria a aquella en la que se saca el córner. Así que las personas extraordinarias se me hacen doblemente extraordinarias, y yo me congratulo el doble, por mi suerte. Se caracterizan porque saben vivir mejor que los demás, en todos los sentidos, y porque hacen más felices a la gente. Y más tiempo. Y más seguido, sin altibajos. Y no se cansan. Y les gusta Paris. Claro. Les pasa lo que a todos, que se les pegan las lentejas, que se llevan disgustos en el trabajo y que los suyos enferman, y se les mueren, pero para todo tienen un ritmo, sereno, vital, extraordinario. Brindo esta noche con ella, por la vida de su aita, con una copa de Trasnocho, que tenía guardada para esta ocasión.

maldita nerea

Hoy estoy un poco más animado porque he tomado un marianito con rabas de aperitivo. Ayer también lo estuve porque me acordé de que mi mujer y yo nos metimos a medias una botellita de cava para celebrar que habíamos sacado unas notas estupendas. También estoy más animado porque he ido a hacerme una resonancia magnética y dentro del aparato me han puesto unos cascos con los cuarenta principales, y así apenas se oían los ruidos mientras escuchaba maldita nerea.  Y porque para comer me han dado una ensalada que no la hace ningún chef de esos modernos. Que si la alineamos con la merluza con champinones de ayer y con los garbanzos con carne mechada del sábado convierten a su autora en la más alta representande de la comida de altura hecha en casa de todo el barrio. Y porque está más cerca el día en que se acabe este sinvivir.

Laxante

Mucho se ha hablado sobre los efectos beneficiosos del trabajo sobre la salud. La mayoría de las cosas que se han dicho, chorradas. Sin embargo, una vez anduve tomando unos opiáceos que me calmaban el dolor pero me producían estreñimiento. Y como no era cuestión de saturar al organismo, combatía esto último con dósis extras de fibra en los cereales de la mañana y de la noche, nada de botica. Y ningún resultado, tampoco. Hasta que me puse a trabajar dos horas sobre un informe en el que unas personas que no habían hecho nada contaban como habían hecho todo. Oye, como nuevo. A por más opiáceos para el dolor.

no voy

Querido médico especialista: como en la última visita que realicé a su consulta la presencia de mi cuerpo le resultó del todo irrelevante, he decidido que esta mañana lo visite mi esposa, dejando mi cuerpo en casa. Usted ya se entenderá con ella. Lleva los resultados de las pruebas, los de los análisis y todo, y para explicar cómo estoy y si me duele se arregla estupendamente. Que tenga un día espléndido,

que se vayan a su casa

Una de las costumbres sociales más nefandas es la de visitar a familiares enfermos a los hospitales. No sé cómo no lo prohíben, siendo tan claramente atentatorio a los derechos humanos más intimos y personales, como tirarse pedos u oler a sobaquillo. Se somete además al enfermo a la obligación de recordar una y otra vez su dolencia, para explicarla ahora a una tía sorda, luego a una tía que no quiere oirte, sino que viene a hablar de cosas que no le interesan nada a nadie más que a ella, y luego una tía (todo suelen ser hermanas de padre o de madre) que no tiene nada mejor que hacer, lo que quiere decir que no sabe vivir, porque hay dos o tres cosas mejor que hacer un domingo por la tarde que visitar a un sobrino a un Hospital, como ir a ver Torrente 4 o seguir la jornada de fútbol en carrussel, o hacer madalenas. Tampoco entiendo que los Hospitales limiten a dos el número de personas que pueden estar por paciente en una habitación, cuando eso ya da la posibilidad de que

y mandarinas de postre

Inhabilitado como estaba por una dolencia física, mi hija se ocupaba de todo. Hasta de la colada. Como en un ataque de ira había lanzado una mandarina contra la cortina, esta estaba hecha unos zorros, y le pedí que la lavara, pero me contestó que no tenía tiempo. Nos pusimos a buscarlo y lo encontramos, y entonces le pedí que quitara la cortina, que embadurnara las manchas con fairy y que pusiera la lavadora. Todo lo agradecí mucho, y ella se marchó a atender sus relaciones sociales. Al cabo de 50 minutos pedí al Xavi que sacara la ropa de la lavadora y que me enseñara cómo había quedado la cortina. Ha quedado mal, aita, mira. Efectivamente, tenía, además de las dos manchas de mandarina, de color anaranjado, otras dos manchas azul verdosas superpuestas de fairy y otras cuatro o cinco iguales que había esparcido por ahí. Asqueroso. Antes de teclear en google, "lavar a máquina cortinas con manchas imposibles" le pedí al Xavi que me acercara más la cortina, y compro

Pollo para merendar

Inhabilitado como estaba por una dolencia física, mi hija se ocupaba de todo. Hasta de la comida. Una hora y media antes de comer, me preguntó, diligente, si no creía que ya era hora de ir poniendo el pollo. Le dije que sí. Y se puso manos a la obra. Le expliqué la temperatura del horno, y el proceso de encendido. Yo la oía subir y bajar, de la cocina a su cuarto, y pensaba qué bien, que no ha hecho falta decirle que al pollo hay que darle vueltas de vez en cuando, y echarle con una cuchara caldito por encima, lo que ha aprendido esta hija viendo hacer pollo a sus padres. Al cabo de media hora vino a decirme que el pollo le parecía un poco triste, así, sin patatas, que si le parecía bien que hiciera unas patatas fritas, a lo que le contesté que me parecía estupendo, que qué ricas unas patatas fritas para acompañar el pollo. Y al cabo de otra media hora me vino a preguntar si no creía conveniente meter ya el pollo en el horno, porque ella creía que ya estaba caliente, el ho

Nada

¿Qué significa el enfermo de ciática-número-12-de-hoy para la traumatóloga de Urgencias con la bata verde llena de manchurrones de yeso y los ojos inyectados en sangre que lo ve aparecer a las 11 de la noche con esa cara de culo sin afeitar? Nada. No significa nada. Por eso atiende el móvil dos veces en los cuatro minutos que le dedica, le llama Cástor cuando se llama Paco, y le dice que eso ya se lo ha explicado antes a los otros once.

están por todas partes

Lo bueno de estar una semana sin salir de casa y sin ver la tele es que aminora sustancialmente el número de idiotas con los que trabas contacto. Pero están por todos los lados, porque es abrir la puerta y encontrártelo, oye. Resulta que mi mujer aparcó sobre la acera de casa para hacer más fácil mi acceso al coche, y un individuo con aspecto de haber visto la última luz al final del Neolítico, le dijo que si ella se pone en la acera, él se tiene que ir a la carretera, cosa cierta, por otro lado, pero cuya razón estaba a su izquierda, exactamente, en otra cosa, coja en esta caso, yo. Y no me vió porque no miró, y se limitó a mirar a mi mujer con las manos en los bolsillos y los huevos en peralte mientras esta decía disculpa, es qué tengo que sacar a a un enfermo, es un segundo. Como al tío el enfermo le importaba una mierda, porque lo importante eran sus huevos y su acera, no la disculpó. Y al salir le dije que gracias, y como no miró, le grité que gracias, y entonces vió a la cosa coj

taza y media

Esperaba a mi familia con cierto interés, porque el dolor tenía incorporado un aburrimiento bastante curioso. Y los míos entretienen bastante. Como estaba nevando en Tenerife, esa famosa isla de clima subtropical, desviaron su vuelo al aeropuerto de Tenerife Sur, porque ya se sabe que en el sur siempre nieva menos. Llegaron a Madrid a las once y media de la noche, perdieron el enlace, durmieron en un hotel en Barajas, les embarcaron a las 7 de la mañana y seguido a clase a dar el cante. Por mucho empeño que pongamos en hacer las cosas al revés, siempre pueden salir un poco peor. Basta con que nieve en las Canarias.

Urología y exabruptos

Lo que menos necesita un enfermo con dolor es que le toquen los huevos, si no es por un asunto de urología, que entonces es lo propio. Es lo que contestó cuando el médico le dijo que había que tener un poquito de paciencia y dar tiempo a los tratamientos. Luego, también le dijo que si él no podía quitar el dolor le dejara a otro que lo intentara, que no pasaba nada, que lo contrario es como decir yo soy dios y esta enfermera de aquí al lado mi profeta. Después le soltó que si en toda la carrera lo que había aprendido de relación con los pacientes era eso, ya se imaginaba el resto del expediente académico, y para terminar, le pidió que le perdonara por todos los exabruptos anteriores, porque como ya había tenido ocasión de comprobar, no se encontraba muy bien.

Hay que ponerse

Unas estudiantes madrileñas estaban preocupadas por la escasez de bolas chinas y por la proliferación de rosarios. No me extraña. Con lo que está pasando en Japón y en Libia, es lo mínimo que puedes hacer, indignarte. Y protestar exhibiendo las tetas en la capilla de la Universidad, en plena misa. Ya le digo a mi hija, que si quieres cambiar el mundo, hay que ponerse.

ovejas

Me preguntaba mi amiga a principios de semana que qué tal los primeros pasos, que si iba saliendo de este marasmo de punzadas alevosas que recorrían mi pierna. Y le contestaba que los primeros pasos estaban por venir. Que lo que me llevaba de la cama al váter y del váter a la cama no podían llamarse pasos. Y que mis hijos lloraban al ver el despojo humano que soy colgado del hombro de su madre (menos mal que Osakidetza incorpora como novedad la atención psicológica a menores en caso de enfermedades degradantes de sus padres).  Eso sí, debo apuntar una novedad. El domingo por la noche volví a Urgencias por tercera vez y me trataron distinto. Esta vez, como a una oveja. El bueno de mi hermano agarró con una mano los informes, con otra las radiografías y con el pie paró la silla de ruedas conmigo encima que le arrojaron desde la sala de yesos. Todo lo demás, fenomenal.

Laporta

El antiguo presidente del Barça quería ser político, y fundó un partido independentista para concurrir a las elecciones al Parlament. Ya había un partido independentista, ERC, pero él quería el suyo, porque en Catalunya hay independentistas de muchas clases. De dos, al menos. De cada cien catalanes que fueron a votar, solo le votaron a él dos coma ocho. Pocos, si tenemos en cuenta que dos coma ocho por cien son los catalanes que no son del Barça. El partido de Laporta, que se me había olvidado, se llama SI, o sea Solidaritat Catalana, que en castellano es SC pero en catalán es SI. Y ahora Laporta andaba en el Parlament queriendo pactar con los otros independentistas, los ya existentes, porque con cuatro mierda votos que tienen no van a ningún lado. Pero los del del SI no le dejaron pactar, así que se fue del SI. Y ahora anda buscando que lo nombren escudero de Jordi Portabella, que es el candidato de ERC al Ayuntament de Barcelona, porque ahora vienen las locales, que es

La residencia

- A ver, Juan María, que le vamos a dar el alta. ¿Está contento? - Ni te lo imaginas, guapa. - ¿Donde vive, Juan María? - En la Residencia. - ¿En qué residencia, Juan María? - No tengo ni idea, en los papeles vendrá. - Pues aquí no pone nada, voy a preguntar, mientras tanto vaya usted vistiéndose Juan María. - Si es usted tan amable de acercarme la ropa, señorita. - Uy Juan María, qué vago estamos esta mañana... - Vaga estará su madre señorita, que a mi me falta una pierna y estoy sin muletas, y ya está bien de educación y buenos modales y a tomar por culo todo, que se me ha acabado la paciencia, que uno será un paquete, pero todavía tiene dignidad. La auxiliar tenía tan poca vergüenza que ni por esas se le cayó la sonrisa al suelo.

guarnición

Si en tres días que te explican lo mismo no lo entiendes es que eres tonto, así que ya sabía cómo funcionaba la lumbociática, y como el dolor me hacía ver doble, y la doctora ya era muy grande por por sí, le dije que se dejara de rodeos y que fuera directamente al menú: - Muy bien, entonces, ¿corticoides o antiinflamatorios? - No sé, ¿qué lleva cada uno? - A ver, los corticoides van con cebollitas glaseadas y el voltarén lo ponemos con una guarnición de verduras a la brasa y ajos tiernos. - Entonces los dos. ¿Van en distinto pinchazo? - Las cebollitas sí. - Pues esas me las pones en un túper y me las voy comiendo en la ambulancia.

ternura

Pasó los brazos por debajo de la mesita plegable y sacó los deditos de una mano, tres, en concreto, por el final. Y se durmió reposando la cabeza en el reposabrazos, a lo mejor porque no sabía que era un reposabrazos y no un reposacabezas, o a lo mejor porque, sabiéndolo, el cansancio no le permitió buscar una solución más adecuada. Cuando se despertó y vió aquellas tres morcillitas rosadas apareciendo por detrás de la mesita plegable dió un respingo y se asustó bastante. - ¿qué es eso, aita? - son tus dedos, corazón, son tus dedos. Y respiró aliviado. Y se durmió otra vez.

RCT

Aunque sea delante de un enfermo terminal, o de uno que grita desesperadamente de dolor, médicos, enfermeras y sanitarios siempre tienen algo mejor de lo que hablar: - ¿vosotros habéis hecho el curso de RCT? - sí (todos habían hecho el curso de RCT). - ¿y hay que leerse el material que te dan? Es un tocho. - yo lo eché a la sanjuanada sin leer. - yo aprovecho el papel para imprimir por detrás. - yo me leí dos hojas y pensé, qué rollo, y lo dejé. - yo grapé las hojas y ahora las utilizo para peraltar la pantalla del ordenador. - yo se las dí a mi hijo para que pinte por detrás. El curso de RCT lo aprobaron todos. Viva la formación permanente.

vaya usted a saber

Volvía de viaje y quedé con una persona a la que no veía hacía más de seis meses, cuando el viento de la vida, liviano como soy, me llevó a la rama de otro árbol. El plan era tomarse una botella de Rioja con un plato de jamón de Guijuelo y pan recién hecho. Bien, ¿no? Pues acabamos en urgencias del Hospital comarcal. Yo estando y ella acompañando y haciendo gracietas a las enfermeras y a los celadores, sobre todo cuando a las dos horas yo ya no encontraba postura ni en la silla de ruedas. ¿Qué pasó? a) que el jamón estaba malo. b) que el vino estaba malo. c) que yo estaba malo. d) que al verla me dió un síncope. e) que me dió un derrame cerebral de tanto pensar en cosas estúpidas y escribirlas en los egunones, que a lo mejor tengo que dejarlo (por si acaso, no le dije que escribía estas cosas a ninguno de los siete médicos que me miraron). f) que me mareé en el avion porque el señor de al lado no hizo otra cosa que aliviarse unos gases infectos las tres horas que duró el v

Vladimir Putin y Mónica Naranjo

A ver, Pedro Maria y Juan Maria, quién es Pedro María y quien Juan María. La pregunta estaba tan mal formulada que los dos respondimos yo, a la vez, y tuvieron que volver a preguntar. Pedro María eres tú, le dijeron a Juan María, no, entonces eres tú, me dijeron a mí, pue si, pues te pareces a Putin, ya, pero eso no quiere decir que no sea Pedro María, que es lo que pone en tu papel ¿o pone Putín?,no, no, pone Pedro María, pues tú te pareces a Mónica Naranjo, anda, eso no me lo habían dicho nunca, bueno, a lo mejor es que desde este ángulo, tumbado, sin gafas, y atiborrado de drogas, me lo pareces, y en realidad eres una réplica de Chus Lampreave, vete tú a saber. Nos hicimos amigos, porque el dolor une bastante.

la puerta de rayos

Gau on. Hoy me han dado las 22:30 sin escribir el egunon. ¡Qué poco fundamento, diréis!. Pero en un blog tan estupido como este, esta era una de las pocas estupideces que faltaban. Así que tampoco es tan extraño. El caso es que esta mañana, a las 8, cuando he vuelto a Urgencias, todavía estaba aquella señora por los pasillos, buscando la entrada de rayos. Se había hecho tan parte del paisaje que nadie raparaba en ella. Eran la mujer perdida, el hombre que grita llevo aquí dos horas y nadie me atiende, la joven que llora en la Sala de Espera, Mircea, un señor rumano del que me hice amigo y que tose atronadora y acompasadamente cada minuto y medio. Ayer a las 12 de la noche, cuando me fui, ya vagaba sin rumbo, y si alguien le preguntaba dónde va, señora, ella contestaba que estaba buscando a su hijo médico, que tenía que venir enseguida. Como la mujer era de natural tranquilo, y como todos estaban hasta aquí de trabajo, la dejaban estar. Esta tarde a las siete la he visto pasar junto al

obsesión por el orden

Antes embarcabas en diez minutos. Ahora, la obsesión por cargar ordenadamente los aviones hace que tardemos media hora. Primero las familias con niños, luego ancianas, luego los flacos, a continuación los donostiarras, que siempre cuesta un poco más colocarlos, después los pasajeros con asientos comprendidos entre la fila 15 y la 28, y luego el resto. Una vez en el interior de la aeronave, la tripulación tampoco pone mucho de su parte para agilizar la faena, porque en su empeño de que quede bonito el conjunto van haciendo apaños aquí y allá diciendo a ver señora, sí, la gorda, cambiese usted de lado que vamos a volcar, y usted, el despeinado, que no pega nada junto a ese señor de bigote, pero si este señor es mí esposa, pues me da igual, no empecemos con disculpas tontas, póngase al lado, por ejemplo... si, de ese chico con tatuajes, y tú, el de las gafas de culo de vaso, pon esa maleta roja que tienes encima en medio de esas otras dos azules de enfrente, que va mejor con

lïmite de velocidad

Ayer en Briviesca me adelantó un rebaño de ovejas. Yo iba por la A-68 y ellas campo a través. Yo iba a 110 y ellas a su paso. Eso sí, yo ahorré más combustible. Que se jodan.

marcapasos

Vengo observando que el tamaño de las palanganas del aeropuerto de Barajas en las que los pasajeros depositan monedas, objetos metálicos, cinturones, ordenadores, botas, relojes, móviles y navajas de Albacete, es mucho menor que el de las palanganas del aeropuerto de Bilbao. Es más, las de Bilbao son desproporcionadamente grandes y las de Madrid desproporcionadamente pequeñas, y en los dos me siento igual de absurdo cargándolas. Lo que no saben los promotores de esta absurda diferencia de criterio es que uno tiende a llenar más aquello que es más grande, y menos lo más pequeño. Con lo cual, en Bilbao el trabajo se acumula detrás del escáner, con mogollón de gente en poco sitio poniendose otra vez hasta los piercings del ombligo, y en Madrid el agobio se concentra en el mismo arco detector de metales, donde pita persona sí, persona no, porque es tan pequeña la palangana que la llenas con dos mierdas, y como no es cuestión de pasar con catorce recipientes de esos, porque no puedes

¿Vale?

La ponencia 2 la dio un experto en comunicación, de esos cantamañanas que contratan los políticos mediocres para que les construyan el discurso que no tienen, y los políticos brillantes para que les faciliten cada mañana en el desayuno un dossier de prensa, y los políticos normales para que dirijan su gabinete de ocurrencias. Me intento concentrar en lo que dice, pero es difícil, porque lleva corbata rosa, y porque el experto en comunicación, interna, de uno con su interior, y externa, con su exterior, y horizontal, con el vecino de tu mismo piso, y vertical, con el de arriba, y transversal, a través del patio, y de todo, termina todas las frases diciendo ¿vale?. Y dice muchas frases. De hecho, solo dice frases. Frases hechas. Que escuché mil veces antes y en mil sitios distintos Al aparecer las dispositivas dice cosas como bueno, esto ya está en los materiales, lo salto, ¿vale?, simplemente, decir que es importante, ¿vale?. Y esto también, ¿vale?, lo leéis, ¿vale? Esto si

Charla y conversación

En el momento de entregarme la documentación, me deseó que me fuera leve el trabajo de la mañana. Mal empezamos, pensé, porque esta es de la organización, y seguro que ya sabe que las ponencias son un peñazo, por lo menos las de la mañana, y que la buena pinta que tienen, las charlas y los que las charlan, son solo un señuelo para que pringaos como yo se vengan desde Bilbao nevando, y en pleno invierno, a activar la economía del barrio dando cuenta de cafés, menús y cortes de pelo en salones de estética que no cierran a mediodía. Mis sospechas se confirmaron a las primeras de cambio, cuando en la ponencia número 1 el ponente nos facturó un power point que compuso en diez minutos anteayer, que ni le había pasado el corrector ortográfico, y que lo mismo valía para nosotros, monjas, frailes y asimilados, que para los líderes de Sortu y para los del circo Price, explicado todo con el mismo ritmo con el que el Xavi come la sopa, y aderezado de chistes de los que solo se reían é

piercings

Tengo una amiga moderna que está tratando de resocializarse, y lo primero que ha hecho es quitarse el piercing que llevaba en la boca, a medio camino de la barbilla. Suelo desayunar con ella los jueves, y ayer era el primer día en que convivía con el agujero, y no con el pendiente. Es una pena, porque el piercing era una mini cafetera oroley muy graciosa. El caso es que no se aclaraba, porque la mitad del café que tomaba le salía por el agujero así, en un chorrito. Al principio lo puso todo perdido, pero luego se me ocurrió que si poníamos una taza debajo del surtidor, no se desparramaría el café por toda la mesa, así que le pedimos al camarero una taza supletoria, que se llenó hasta la mitad cuando acabó de beberse el café. Y luego utilizamos la primera taza, digamos la taza principal, para recoger el excedente del café que tomaba de la taza supletoria. Y así hasta que terminó el café del desayuno. Un trajín, y todo el bar mirando.

Nadie es perfecto

Había que salir urgentemente a Urgencias del Hospital. Y por esas cosas que pasan en las familias que sacrifican al orden cualquier otro valor, sea este la ternura o la solidaridad entre humanos o entre humanos y plantas, la tarjeta de la Seguridad Social de la criatura no aparecía por ningún lado. Ni siquiera en el sitio donde tenía que estar, que es el que es, para qué dar más detalles. La búsqueda era infructuosa, y mientras, el niño se desangraba. Una pena todo. De repente, en una caja de plástico transparente que albergó en su día unos ferrero rocher y que reposaba perfectamente alineada con otras tres cajas de distintos tamaños en una estantería de una de las estancias principales de la casa, aparecieron una cinta de sujetar gafas de niño, una funda de plástico de un iPhone y la tarjeta de la Seguridad Social del lesionado. Como fuí yo el que la encontré, sonreí ufano y la entregué a quien había de hacer el traslado al centro sanitario. Y fue entonces cuando recordé

Tanto para nada

El otro día compramos una televisión. Para ver la tele. Tuvimos que comprar una mesa supletoria donde reposan, uno encima de otro, el deuvedé, la tedeté y el video uvehacheese. Para ver bien la tele. El conjunto se completa con dos juegos de mantas, tres cojines gigantes de color marrón deformables según pongas el culo aquí o allá y rellenos de pelotitas de esas blancas, dos cojines rojos grandes e indeformables, seis cojines pequeños, dos sofás y dos sillones, uno de ellos orejero. Para ver la tele estupendamente y comodamente. Luegos están los mandos. Cuatro. Que se complementan entre ellos. Para ver la tele que tú quieres exactamente. Y luego no echan nada decente para ver. Con lo que cuesta todo.

La mecánica del caracol

El programa se llama "la mecánica del caracol", y cuando escuchas el título no sabes si es un programa de humor o un concurso de esos de ganar 30 euros para compras en supermercados El Árbol o uno de divulgación científica. Y después de escucharlo media hora seguida no sabes si estás escuchando un programa de humor o un concurso de esos de ganar 30 euros para compras en supermercados El Árbol o uno de divulgación científica. Y ahora que lo pienso en esta mañana de invierno no sé si ayer oí un programa de humor o un concurso de esos de ganar 30 euros para compras en supermercados El Árbol o uno de divulgación científica. El entrevistado hablaba de la teoría de la relatividad en términos pretendidamente amenos y absolutamente soporíferos, diciendo que era posible que determinadas partículas viajaran a través del tiempo, hacia el pasado o hacia el futuro, pero que viajar al pasado daba miedo porque se podían producir paradojas, que es cuando una partícula tuya vi