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Nadie es perfecto

Había que salir urgentemente a Urgencias del Hospital. Y por esas cosas que pasan en las familias que sacrifican al orden cualquier otro valor, sea este la ternura o la solidaridad entre humanos o entre humanos y plantas, la tarjeta de la Seguridad Social de la criatura no aparecía por ningún lado. Ni siquiera en el sitio donde tenía que estar, que es el que es, para qué dar más detalles.

La búsqueda era infructuosa, y mientras, el niño se desangraba. Una pena todo.

De repente, en una caja de plástico transparente que albergó en su día unos ferrero rocher y que reposaba perfectamente alineada con otras tres cajas de distintos tamaños en una estantería de una de las estancias principales de la casa, aparecieron una cinta de sujetar gafas de niño, una funda de plástico de un iPhone y la tarjeta de la Seguridad Social del lesionado. Como fuí yo el que la encontré, sonreí ufano y la entregué a quien había de hacer el traslado al centro sanitario.

Y fue entonces cuando recordé que la cajita de los cojones fue colocada allí como sitio donde meter todo lo que no tenía un sitio propio cerca e iba apareciendo por los alrededores, como una manera de localizar fácilmente cualquier cosa aparentemente dificil de encontrar y así poder sonreir ufano diciendo toma, aquí está lo que buscabas.

Solo que no me acordaba.

Coño, nadie es perfecto.

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