Rara vez se conocen personas extraordinarias. Porque hay muy pocas, claro. Pero es que en mi caso, además, el natural despistado ayuda poco, y la vida parece colocarme siempre en la porteria contraria a aquella en la que se saca el córner.
Así que las personas extraordinarias se me hacen doblemente extraordinarias, y yo me congratulo el doble, por mi suerte.
Se caracterizan porque saben vivir mejor que los demás, en todos los sentidos, y porque hacen más felices a la gente. Y más tiempo. Y más seguido, sin altibajos. Y no se cansan. Y les gusta Paris. Claro.
Les pasa lo que a todos, que se les pegan las lentejas, que se llevan disgustos en el trabajo y que los suyos enferman, y se les mueren, pero para todo tienen un ritmo, sereno, vital, extraordinario.
Brindo esta noche con ella, por la vida de su aita, con una copa de Trasnocho, que tenía guardada para esta ocasión.
Así que las personas extraordinarias se me hacen doblemente extraordinarias, y yo me congratulo el doble, por mi suerte.
Se caracterizan porque saben vivir mejor que los demás, en todos los sentidos, y porque hacen más felices a la gente. Y más tiempo. Y más seguido, sin altibajos. Y no se cansan. Y les gusta Paris. Claro.
Les pasa lo que a todos, que se les pegan las lentejas, que se llevan disgustos en el trabajo y que los suyos enferman, y se les mueren, pero para todo tienen un ritmo, sereno, vital, extraordinario.
Brindo esta noche con ella, por la vida de su aita, con una copa de Trasnocho, que tenía guardada para esta ocasión.
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