Egunon Mikel, por si no has ido a misa esta mañana, o por si has ido y te has quedado dormido, te cuento la homilía que he preparado mientras no escuchaba la homilía. Va Dios y le dice a Abraham que deje todo y que se vaya, que le promete algo mejor, una tierra que mana leche y miel. Y Abraham lo deja todo y se va. Sin preguntar por qué. O por qué yo. Será porque era Dios. O porque era Abraham. Hoy no pasan estas cosas. Si tú le dices a alguien que haga algo, lo que sea, te pregunta por qué. O por qué él. A lo mejor porque no eres Dios. O porque él no es Abraham. El caso es que hoy las cosas son así. Mejor dicho, las personas son así. Y yo pensé que bien estaba saberlo, para obrar en consecuencia. Y desde entonces escribo en un papel el por qué y el para qué de cada tarea que empiezo. Por mi mismo, que tengo una cabeza... Y por si tengo que pedir a alguien que haga algo.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.