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Mostrando entradas de mayo, 2020

El Bruselas

Egunon Mikel: yo de mayor quiero ser Europa, y que mi trabajo sea dar recomendaciones a los países. Levantarme a las mañanas y convocar a mis asesores y al responsable del Gabinete de Ocurrencias y preguntar a ver qué podemos recomendar hoy, huevos con beicon, señor, no, hombre, en plan política y así, ah, pues que reabran las fronteras en cuanto puedan para reactivar el turismo, buena idea, es corta, con mucho sentido común, no les compromete a nada..., venga, trae el boletin y la escribimos. Y al cabo de dos horas, tomando un vermú con Carpano debajo de un cuadro de Tapies y al lado de un ventanal con vistas a la Grand Place, poner el noticioso y escuchar: "Bruselas recomienda..."

El terrazas

Egunon Mikel: empecé a pensar que las terrazas son un lugar inhóspito cuando Emilio me explicó que lo más del verano en Santa Pola era tomarse una paella en una de ellas con la única separación de un bolardo entre el arroz y el CO2 del escape de los coches con matricula de Madrid que circulaban por la calzada, y desde entonces, las he mirado con ojos inquisidores, es decir, con ganas de pegarles fuego, dejando así más sitio para que por las aceras puedan transitar personas, animales y objetos, asunto muy importante en unas pocas fechas, cuando lleguemos a la fase que corresponda, sin tener que reducir al mínimo, ahora que la cosa está jodida, la distancia que nos conviene guardar entre humanos, por mor del metro y poco que deja la terraza entre ella y el local al que pertenece. Y aquella mirada de Torquemada a esos conglomerados de desorden se ha ido con el tiempo convirtiendo en repelús y escalofrío al ver multiplicarse el plástico que los conforman, polietileno para depositar el

El vocablos

Egunon, Mikel ¿Sabes si alguien se ha molestado en leer el pie de página de la Orden Ministerial que establece entre las medidas sanitarias el establecimiento de una distancia de seguridad de 2 metros entre personas, y que dice que a la ampliación del espacio entre seres humanos le corresponde una corrección inversamente proporcional de los tiempos de parloteo en las tiendas mientras haya cola a la puerta, que parece que hay gente que tiene que decir un determinado número de palabras cada día, y como no las dice en casa, porque ya no le aguanta nadie, pues sale a la calle a agotar el cupo con la farmacéutica, el carnicero, la panadera y el frutero, con un interés insano en cómo se encuentran todos los familiares de cada uno de ellos, que hasta los cojones están de repetir las mismas chuminadas a todas las clientas agotadoras y en compartir hasta los detalles más irrelevantes de la vida propia, que, ahora, en tiempos de confinamiento, es una mierda de vida exactamente igual a la de cu