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Mostrando entradas de octubre, 2012

¿De quién te puedes fiar?

Como me gustan mucho los números, y si no hago algo me aburro en los viajes, mirando al reloj y al tiempo que falta para llegar, al pasar por el kilómetro uno de la autopista puse a 0 el cuentakilómetros del coche. Por hacer algo. Sin un objetivo concreto, no penséis. A nada que seáis un poquito despiertos, os daréis cuenta de que, si las cosas son como son, en el kilómetro 28 de la autopista debería marcar 27  en el cuentakilómetros del coche, que en el 52, 51, y en el 275, 274, y así. Pues bien, cuando llegué al kilómetro 42 de la autopista, el coche marcaba 41,6, y no 41, como era de esperar. Y en el kilómetro 226, el coche marcaba 223,2. Me puse a hacer cálculos con el cerebro, a ver si el desfase entre cómo cuenta los kilómetros mi coche y cómo los operarios de la empresa concesionaria de la autopista sigue alguna proporción, constante o inconstante. Me salía que, o mi coche cuenta 12,38 metros de menos en cada kilómetro, o los operarios de la A-68 12,38 de más.  Pero lueg

Wert forewert

Hay quien quiere que se vaya el ministro. Que si ha hecho una reforma que no hay por donde agarrarla, que si se piensa que su ministerio es el de propaganda, que si se le oye gritar los viernes cuando entra al Consejo de Ministros en La Moncloa el Santiago y cierra España... Yo no quiero que se vaya, sino que me gustaria que se quedara para siempre entre nosotros, inspirando editoriales, números monográficos de El Jueves, viñetas de Forges, tema de conversación en los corrillos de La Zarzuela, fotomontajes con su cara y el cuerpo de El Cid, charlas de taberna interminables entre chistes de catalanes y españoles, chirigotas de Cádiz, murgas en Tenerife, tertulias sin tema, apuestas a ver cual es la siguiente, conversación en el café de los profes de la escuela pública de Bellvitge y de los Salesianos de Añorga, dedicatorias de goles del Barça, cánticos de los Ultrasur y manifestaciones de jueves por la mañana.

Ramales de la Victoria

Decía Hanna Lundmark que ella tenía la sensación de que ya no queda lugar para la verdad en la ciudad donde vivimos nuestra vidas. Y tiene razón. Facebook no hace más que alimentar la mentira. Yo hace tres meses estuve comiendo una paella con unos amigos en un pueblo cercano a Ramales de la Victoria, y en el muro aparece constantemente que yo he estado en Ramales de la Victoria, como si hubiera vivido allí, o como si fuera a comer paellas todos los sábados a ese pueblo, o como si aquel día hubiera sido clave en mi vida por alguna razón. Y no lo puedo quitar de ahí. Desde aquel día yo he estado en Bilbao, en mi pueblo, en Barcelona, en Girona, en Bagur, en Madrid, seis veces, en Aranda de Duero, en Medina de Rioseco, en Llodio, tres veces, en Vitoria - Gasteiz, en Santander, en Astillero, en Laredo, en Santoña, en Irun, en Portugalete, en Hernani, en Santurtzi, en Burgos, en Valladolid, en San Sebastián, doce o trece veces. Y ninguno de esos sitios aparece en Facebook. Ni uno. Solo Rama

Susceptibles

Cagarla es una cosa muy humana. Pedir perdon es también una cosa muy humana, pero se hace menos. Hasta el punto de que cuando uno lo hace tres veces seguidas, como Bielsa, se le dice, hombre, ya está bien de cagarla. Un diputado llamó ácrata pijo a un juez y pidió perdón "por si le había ofendido", que en realidad no había querido llamarle ácrata pijo, sino decirle que actuaba como un ácrata pijo. Todo para caer de pie y dejar claro que el problema no es del que ofende sino del resto del mundo, que está muy susceptible. Como yo, que estoy muy susceptible.