Egunon, Mikel: estas son, en mi modesta opinión, las cinco estupideces más estúpidas del verano que nos deja: Una, el alcalde de Torredembarra estaba convencido de que había malas energías en el ayuntamiento y contrató a unos espiritistas para limpiarlas. Dos, siete personas han muerto en Magaluf practicando balconing. Tres, hemos conocido que un político muy importante ocultó durante años que había tenido escondida una buena cantidad de dinero. Esta estupidez es especialmente irritante. Cuatro, Zara comercializó una camiseta tan parecida a los uniformes de los campos de exterminio nazis que tuvo que retirarla en cuanto protestaron en Israel. Y cinco, después de lo que ha pasado en Gaza, seguir creyendo que todos los niños tienen un ángel de la guarda. Como ves, la estupidez está bien repartida, y no conoce de razas ni de nacionalidades.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.