Egunon, Mikel. el lunes, yendo con tu primo Xavi a San Mamés, lo ví preocupado. Resulta que a su novia la habían ingresado en el Hospital debido a unas fiebres altísimas. A su novia, sí. Xavi, con once años, tiene novia formal desde hace casi un año. Cosa que demuestra que la preadolescencia ya no es lo que era, y la Modernidad tampoco, ni la Posmodernidad, y que tiene a los sociólogos muy perdidos. Le pregunté a ver qué tal, y me dijo que la habían metido en conservación. - ¿En conservación?, pregunté. - O algo así, me contestó. La imaginé metida en un bote de formol, flotando lentamente. Y luego en un bote de bonito Campos, con su etiqueta y su fecha de caducidad, en aceite. - ¿No será en observación? - Sí, eso. Y respiré más tranquilo.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.