Por si es mi último año, que nunca se sabe, por la proximidad del Apocalipsis, y porque es Nochevieja, y porque estoy en un avión, en manos de unos controladores, me siento urgido a hacer testamento, o algo parecido: Hay muchas cosas que asumo sin discutir: que soy español, que soy vasco (aunque ni vascos ni españoles me recordarán como un patriota), y que soy de Bilbao, que es lo más importante, y lo único indiscutible. Asumo el actual estado de cosas: la Constitución, el Estatuto, y la Ley. Vivo lo que creo sin efusiones ni alharacas. No discuto casi nada casi nunca. Me dedico, apasionadamente, a intentar mejorar la calidad de vida de las personas. Empezando por casa. Mi casa y mis personas. Y personitas. Con el mierda tiempo que me sobra me hago un avion de papel. Me subo, y dejo que el viento haga con él lo que le parezca. Y si me preguntas si soy feliz, como si eso tuviese alguna importancia, intentaré hacerte ver lo absurdo de la cuestión,
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.