Ir al contenido principal

Manuel Jiménez Jiménez

- Buenos días, ¿puedo hablar con don Manuel Jiménez Jiménez, por favor?

- Puede usted hablar con quien le de la gana, señorita, pero para hacerlo con don Manuel Jiménez Jiménez deberá llamar a otro número, porque yo sigo siendo don Pedro Mendigutxia y Collado, dado que desde la última vez que me llamaron no he cambiado de nombre, aunque lo he intentado, una y otra vez al Registro a ver si cuela, y nada. Porque lo que yo quiero es ser, al menos un rato, Manuel Jiménez Jimenez, y decir, si, dígame, soy yo, al aparato, qué se le ofrece, ¿que a ver si pago? y cosas así, para saber de una vez para qué carajo querrá un bufete de abogados de Pontevedra hablar con Manuel Jiménez Jiménez.

Como ya tengo grabado el número del bufete, llamo de vez en cuando para contar alguna milonga, porque ya me he enterado que llevan asuntos de bancos. Y si se molestan un poco les digo que sé dónde está Manuel Jiménez Jiménez, para que presten atención.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.