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unas tonterías que escuché

Que yo recuerde, he escuchado estas tonterías en las últimas veinticuatro horas: que duermo con calzoncillos porque si no me duele el culo (mi hijo utiliza los gayumbos a modo de vendaje compresivo).

Que cuatrocientas personas se pusieron histéricas de manera simultánea estando trabajando en varias torres de control de diferentes aeropuertos de España.

Que es un hecho incuestionable que los textos conciliares no dan margen para sostener las acusaciones de quienes afirman que la Iglesia se encuentra ahora en una etapa de involución (Munilla ya dijo antes otras tonterías, entre la que destaca que Joxe Arregui era agua sucia que contamina a todos)

Que las personas que controlan el tráfico aéreo en España viven en régimen de esclavitud.

Que un niño coreano medio entiende mejor un texto en coreano que un niño español medio un texto en español.

Lo más gracioso es que todas las personas a las que oí decir estas tonterias parecían hablar en serio.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.