No tengo más que tres ideas en la cabeza, es por la crisis, pero cuando estoy ocioso, que es casi siempre, intento ponerlas en orden, porque me han dicho que mientras lo hago se van ligando conexiones neuronales que andan sueltas: uno, dos, tres; tres, uno, dos; dos, tres, uno, y así, a ver cómo quedaban mejor en el cerebro. De repente pasó mi cuñada con el cortacésped, tres, tres, tres, y otra vez, uno, uno, uno, y otra vez, dos, dos, dos, y así no había forma de pensar con criterio ni con orden ni con nada. Algo debió ver en mi cara porque me dijo esto no lo pondrás en el egunon, verdad, y yo dije que no, que no se preocupara, pero es que sí, porque no soy un hombre de palabra, sino de pensamiento, y éste, desordenado. Pero por su culpa.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.