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Mostrando entradas de agosto, 2011

cortacésped

No tengo más que tres ideas en la cabeza, es por la crisis, pero cuando estoy ocioso, que es casi siempre, intento ponerlas en orden, porque me han dicho que mientras lo hago se van ligando conexiones neuronales que andan sueltas: uno, dos, tres; tres, uno, dos; dos, tres, uno, y así, a ver cómo quedaban mejor en el cerebro. De repente pasó mi cuñada con el cortacésped, tres, tres, tres, y otra vez, uno, uno, uno, y otra vez, dos, dos, dos, y así no había forma de pensar con criterio ni con orden ni con nada. Algo debió ver en mi cara porque me dijo esto no lo pondrás en el egunon, verdad, y yo dije que no, que no se preocupara, pero es que sí, porque no soy un hombre de palabra, sino de pensamiento, y éste, desordenado. Pero por su culpa. 

Asunto aclarado

Mourinho mete el dedo en el ojo de Tito Vilanova. La gente normal no sabe quien es Tito Vilanova, pero se hace rápidamente famoso gracias al dedo de Mourinho, de qué se queja. Madridistas ilustres y medios de comunicación de la capital piden a Florentino que despida a Mourinho antes de que Mourinho acabe metiendo el dedo en algún enchufe e incendiando el Bernabéu. Pero Florentino calla y somete el tema a plebiscito. Una pancarta colgada en el estadio deja claro el veredicto: "Mou, tu dedo nos señala el camino". Así que era eso. El madridismo buscaba desorientado el camino. En medio de los triunfos del Barça, un año tras otro, ficharon a Mou para invertir el rumbo. ¿Destino?: ¿La Liga, la Champions, la Copa, el Trofeo Carranza? Nada de eso. El ojo de Tito Vilanova. Pues para eso no hacía falta Mourinho, perdonen que les diga, bastaba cualquier macarra.

Confesiones

- Ave Maria Pu.., A... ve Ma... - A ver si te arrancas, majo, que Mi Santidad no tiene toda la mañana. - Lo siento, oiga, que quien iba a esperar que me tocara confesarme con el Papa. Que estábamos jugando a los chinos para matar el rato, y no para ganar ningún jubileo, y que a ver si mejoramos la organización porque entre acto y acto nos pasamos 18 horas, y ya no puedo más. Tenemos al lado unas monjas que se pasan cantando aleluyas todos los intermedios, y a uno de mi diócesis ya lo han tenido que ingresar en La Paz con un ataque de ansiedad, que le tiró a la de la guitarra una botella de agua llena y le dió en la cabeza y le rompió una cuerda, vocal, no de la guitarra. - Esas cosas se las comentas a Kiko Argüello, que es el que ha montado el programa de fiestas. Y de paso le dices que en otro encuentro haga más pequeños los escenarios, y no de trescientos metros, o ponga en el guión que puedo saludar desde el centro y no recorrerlos enteros, que tengo ochenta y cin

Algo era ello

Al día siguiente de terminar la JMJ, cuando todavía Bono estaba en la pista de Barajas gritando consignas al Santo Padre, y el Rey le empujaba con la muleta diciendo dejalo ya, pesao, que no te oye, y aprovechando que el escenario de Cibeles todavía no lo habían desmontado, 300.000 kikos se juntaron en mitad de Madrid. Madre del amor hermoso, ¿cuando acaban las cruzadas?, dijo un conductor atascado por quinto día consecutivo a la altura de Neptuno. ¿O es que el escenario lo habían puesto ellos? ¿O es que esta era la parte oculta del programa de fiestas?. Quien sabe. El caso que buena parte de la juventud de la derecha de la Iglesia se quedó en Madrid a seguir la fiesta. Yo soy de lecturas simples, y dualistas, ya sabéis, y creo que además de los atascos, la visita del Papa ha tenido dos efectos: hacia afuera, demostrar al mundo que no hay nadie, seguramente, que sea capaz de convocar de la manera y en el número en que lo hace la Iglesia. Y otra, hacia dentro, demostrar al orbe cató

Patrocinio perverso

La organización de la JMJ quería tener contentos a sus patrocinadores: un sitio cerca del Papa en las misas, qué bonito ver a Botín y a Rato diciendo aquí estoy yo, completamente católicos ellos, y las agosteñas rebajas, que no olvidemos que también El Corte Inglés ponía su parte: así que indulgencia plenaria, sentenció Rouco, para quienes participen en la Jornada, se confiesen y recen por las intenciones del Santo Padre. Estos ya pueden ir a pecar a (los) Cuatro Vientos, que el árbitro mirará hacia otro lado.

Pina de Ebro

El ABC es una de las empresas que patrocinan la venida del Papa Benedicto. Para que todo sea como tiene que ser, y que el Pontífice, además del calor de Madrid de agosto, sienta el calor que emite el pueblo español cuando suda arremolinado alrededor de su persona, este famoso diario de la derecha vende por un euro con cincuenta un adminículo que con una sola pasada por los mofletes te pinta la bandera española, sin necesidad de enguarrarse uno y sin que al Santo Padre se le pringuen los santos dedos si le da por hacerte una carantoña. Y lo vende bien. Que uno de cada tres de los seis mil peregrinos que atestaban ayer la estación de servicio de Pina de Ebro llevaba impresa la rojigualda.

A rezar

- ¿Ya rezas? Me lo preguntó por la calle hace un par de años un converso que iba a mi clase, y que cuando tenía dieciséis años solía quemar contenedores los viernes, por la calle. Este fin de semana, leyendo una entrevista con el obispo de Solsona, he recordado el encuentro. Confesaba que el primer pecado del que se confesaba - con el primer cura que encontraba en la diócesis - era de no rezar lo bastante. Un obispo. Qué obsesión.  Y qué miedo, que a Dios no le baste con lo que reza un obispo. O qué desajuste, Dios con calculadora.

a confesar

Viene el Papa a Madrid e inundan la ciudad de confesionarios portátiles, de esos que el cura puede cambiar de lado si de repente le pega el sol de plano, a él o al penitente. Uno de los organizadores del evento, uno que no es El Corte Inglés, dice que todo lo malo pasa porque estamos moralmente hechos un asco y pecando a todas horas y que no hay otra que confesarse a destajo. Después de que pase el Santo Padre y se levanten los confesionarios, lo reluciente que va a quedar España, que no hará falta ni cortar la Castellana.

La casa encima

¿Qué haces si en medio de una fase depresiva de tu vida neuronal te tiras en el sofá porque no puedes hacer otra cosa, y entonces te empiezan a venir a la cabeza pensamientos negativos, a motrollón, corriendo como cabrones a ocupar su lugar en el lóbulo del cerebro en el más daño hagan, y de repente gana aquel tan primario que dice "se me cae la casa encima", en sentido figurado claro está, y entonces va el vecino y empieza las obras, pom, pom, pom, pom, y te cae en la frente un cascote de tamaño regular que se desprende del tabique divisorio? ¿Qué haces, eh, si estás pensando que se te cae la casa encima y va la casa y se empieza a caer encima? Huir no puedes, porque es de cobardes, y además la pierna no te responde. Seguir en el sofá tampoco, porque el vecino sigue enajenado con el mazo y se ha convertido en un lugar inseguro. Llamar a Mapfre o a la policía local es misión imposible porque el teléfono está en la otra punta. Desear la muerte es una opción intelig