Egunon Mikel: hoy hace 25 años que el ejército de El Salvador asesinó a seis hombres buenos y a dos mujeres inocentes. Te lo cuento porque aquello cambió mi manera de mirar las cosas que pasan. Por aquel entonces conocí a tu tía, con la que después me casé, y, buscando nuestro lugar en el mundo llegamos una mañana de verano, tres años después, al lugar en el que los mataron. A cuatro de ellos los sacaron al jardín, los obligaron a tenderse de boca abajo y los dispararon por la espalda. A dos los buscaron por sus habitaciones y los acribillaron allí mismo. Y a la mujer que cuidaba de la casa y a su hija las mataron también. Murieron abrazadas. La consigna era no dejar testigos. Los mataron porque molestaban, pero murieron porque amaban, dice de ellos hoy Rafa Aguirre en El Correo. Eran Jesuitas. Algunos, como Ignacio Ellacuría, de aquí, de Portugalete. Durante años denunciaron injusticias, asesinatos, torturas, ejecuciones y atrocidades. Se convirtieron en personas incómodas para el
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.