Egunon Mikel, Un día de estos pasados en los que llovía con mala leche, vertical y duro, salí a la calle sin paraguas, como suelo hacer siempre que voy "aquí al lado", que es adonde voy el 90 por ciento de las veces, porque total... Delante de mí, por la avenida, iba una señora pequeña con su paraguas ladeado y haciendo eses. La adelanto por la derecha, pensé, y se iba a la derecha, pues por la izquierda, y se iba a la izquierda, pues espero y paso por la izquierda, porque ahora se irá a la derecha, y se iba más a la izquierda, pues me pongo a rebufo y la paso en un descuido, y se descuidó tanto que cuando estaba a su altura me dio un paraguazo bien dado, desparramando toda el agua del cantábrico en mi chamarra empapada, ya de antes. - ay!, dijo. - ¿cómo ay?, contesté, ay, yo! - pero qué mal genio, por Dios..., replicó. Me torean, me pegan, me mojan, me insultan, y se me llena el alma de sentimientos culpables. No estoy hecho para la convivencia urbana.
Mikel somos todos los que hemos perdido algo antes de tiempo. El padre, las ganas, el anillo de boda... Mikel somos todos los que hemos enfermado mal y pronto. Mikel somos los que, pese a lo uno o a lo otro, todavía conservamos el interés por levantarle la falda a la vida, a ver qué lleva debajo. Mikel es también el nombre de mi sobrino, al que a veces despierto con este guiño por las mañanas.