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Mostrando entradas de julio, 2017

Ana

Egunon Mikel el domingo pasado viví una de las emociones más intensas de mi vida (de mi vida de últimamente, porque de la otra se me van olvidando cosas, y sensaciones). Estaba en la calle viendo cómo a 10 metros de mí Ana se despedía de las niñas a las que ha entrenado estos años. Y de sus aitas y amas. ¡Cuánto la quieren! Durante cada entrenamiento, hora tras hora, exigió esfuerzo, trabajo, disciplina, rigor, y todas esas cosas que parecen sacadas de libros de pedagogía antigua. Enseñó a pensar en el equipo, a sacrificarse por el equipo, a querer al equipo. Habló con todas y habló con cada una. Habló de lo que se hace en la piscina y de lo que se hace fuera de la piscina. Y lo hizo destilando (destilar se hace gota a gota) cariño en cada palabra y en cada silencio. Yo la vi llegar exhausta a casa cada noche, como solo les pasa a los que, además de dejarse la piel en el trabajo, dejan también el alma. Ese cariño lo recibió de vuelta, y ahora es el tesoro con el que via