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a confesar

Viene el Papa a Madrid e inundan la ciudad de confesionarios portátiles, de esos que el cura puede cambiar de lado si de repente le pega el sol de plano, a él o al penitente.

Uno de los organizadores del evento, uno que no es El Corte Inglés, dice que todo lo malo pasa porque estamos moralmente hechos un asco y pecando a todas horas y que no hay otra que confesarse a destajo.

Después de que pase el Santo Padre y se levanten los confesionarios, lo reluciente que va a quedar España, que no hará falta ni cortar la Castellana.


Comentarios

  1. Si nos esforzáramos más en las actividades cotidianas, acercándonos a resolver los auténticos problemas que sufren las gentes, en vez de tirar la casa por la ventana en momentos concretos, aislados y de gastos innecesarios: todo iría muchísimo mejor.

    Aspavientos para la galería, de alto gasto y efectividad cero.

    Y pasa el tiempo y caemos una vez más de chocarnos con la misma
    piedra.

    Y lo claro que lo tuvo UNO hace unos 2000 años.

    Es patético.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.