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están por todas partes

Lo bueno de estar una semana sin salir de casa y sin ver la tele es que aminora sustancialmente el número de idiotas con los que trabas contacto. Pero están por todos los lados, porque es abrir la puerta y encontrártelo, oye. Resulta que mi mujer aparcó sobre la acera de casa para hacer más fácil mi acceso al coche, y un individuo con aspecto de haber visto la última luz al final del Neolítico, le dijo que si ella se pone en la acera, él se tiene que ir a la carretera, cosa cierta, por otro lado, pero cuya razón estaba a su izquierda, exactamente, en otra cosa, coja en esta caso, yo. Y no me vió porque no miró, y se limitó a mirar a mi mujer con las manos en los bolsillos y los huevos en peralte mientras esta decía disculpa, es qué tengo que sacar a a un enfermo, es un segundo. Como al tío el enfermo le importaba una mierda, porque lo importante eran sus huevos y su acera, no la disculpó. Y al salir le dije que gracias, y como no miró, le grité que gracias, y entonces vió a la cosa coja que soy entrando penosamente en el coche ayudado por un amabilísimo empleado del servicio de recogida de basuras, al que su olor a detritus hacía infinitamente más atractivo que el aspecto del troglodita, por lo cual lo besé, en señal de agradecimiento. Y el individuo aquel me siguió mirando, y yo a él, la suya mirada de idiota, la mía de carnicero, y como para demostrar a mi mujer la enorme habilidad social que atesora escondida entre los huevos, se acerca a comentarle que también dejamos aparcar ahí a las ambulancias, y entonces yo le contesto que a las ambulancias, al de entrega a domicilio del EROSKI y al camión de las putas, para hacerles más fácil el despliegue por el pueblo, y que si no sabe vivir, que deje vivir, pesao.

Comentarios

  1. Hay un refrán antiguo que dice : " ADEMÁS DE JODIDO, APALEADO".
    Los merluzos son una subespecie de la humana, que tienen la peculiaridad de poseer una bocachancla, que se les llena de sandeces a la menor oportunidad y que se les escapa la esencia de las situaciones cuando están convencidos de poseer la verdad y la razón a destajo, y lo que hacen es meter la pezuña hasta el zancarron.
    Es lo que le falta a cualquier humano dolorido, encontrarse con un hipopotamo insensible y bobalicon que no hubiera necesitado nada más que callarse y esperar un poco para ver el desenlace, y así hacer dos favores, uno al cojo y a su mujer dejandolos tranquilos, y otro a su santa madre, del hipopotamo, evitando que se retuerza en su tumba al ver la memez que le caracteriza al hijo de sus entrañas.

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