Lo que menos necesita un enfermo con dolor es que le toquen los huevos, si no es por un asunto de urología, que entonces es lo propio. Es lo que contestó cuando el médico le dijo que había que tener un poquito de paciencia y dar tiempo a los tratamientos. Luego, también le dijo que si él no podía quitar el dolor le dejara a otro que lo intentara, que no pasaba nada, que lo contrario es como decir yo soy dios y esta enfermera de aquí al lado mi profeta. Después le soltó que si en toda la carrera lo que había aprendido de relación con los pacientes era eso, ya se imaginaba el resto del expediente académico, y para terminar, le pidió que le perdonara por todos los exabruptos anteriores, porque como ya había tenido ocasión de comprobar, no se encontraba muy bien.
Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Espero que no hayas tenido que ser tú el de los exabruptos, porque aún no consigan quitarte los dolores de la lumbalgia, sería lamentable.
ResponderEliminar¡que Dios nos libre de dolores, cuándo no es capaz de hacerlo Osakidetza!