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Tanto para nada

El otro día compramos una televisión.

Para ver la tele.

Tuvimos que comprar una mesa supletoria donde reposan, uno encima de otro, el deuvedé, la tedeté y el video uvehacheese.

Para ver bien la tele.

El conjunto se completa con dos juegos de mantas, tres cojines gigantes de color marrón deformables según pongas el culo aquí o allá y rellenos de pelotitas de esas blancas, dos cojines rojos grandes e indeformables, seis cojines pequeños, dos sofás y dos sillones, uno de ellos orejero.

Para ver la tele estupendamente y comodamente.

Luegos están los mandos. Cuatro. Que se complementan entre ellos.

Para ver la tele que tú quieres exactamente.

Y luego no echan nada decente para ver.

Con lo que cuesta todo.

Comentarios

  1. Os ha quedado un salón chulo, en el que os sentáis a ver la tele, cómodos por los cojines y tapaditos por las mantas.

    Que no dan nada interesante, podéis apagar la tele y hablar en familia. Es una pena perder el calorcillo que ya habíais generado.

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  2. A veces a todo ello se añade el equipo de música y/o el home-cinema sensurround (con sus mandos) porque además de ver perfecta y comodamente hay que oir en tetraestereo.
    Y la Wii o la PS3 por si hay un rato que sin ver se puede jugar.
    No se tú, pero en ese espacio entre sillones y mandos, yo suelo estar sentado con el portatil en las piernas, a ratos por el negocio, a ratos por el ocio mientras el resto de la familia va pasando, ve, oye, juega... y duerme.

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