Mucho se ha hablado sobre los efectos beneficiosos del trabajo sobre la salud. La mayoría de las cosas que se han dicho, chorradas. Sin embargo, una vez anduve tomando unos opiáceos que me calmaban el dolor pero me producían estreñimiento. Y como no era cuestión de saturar al organismo, combatía esto último con dósis extras de fibra en los cereales de la mañana y de la noche, nada de botica. Y ningún resultado, tampoco. Hasta que me puse a trabajar dos horas sobre un informe en el que unas personas que no habían hecho nada contaban como habían hecho todo. Oye, como nuevo. A por más opiáceos para el dolor.
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.
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