Me encontré con el coche en la Gran Vía esperando que el semáforo cambiara de color, y delante de mí estaban paradas dos peatonas guapísimas hablando animadamente con sus carpetas y sus bolsos y sus coletas. Pensé qué bien, una performance en directo, dos chicas aplastadas por el CO2 en plena urbe como si la cosa no fuera con ellas, pero no, eran dos palurdas obstaculizando el tráfico, sin más.
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.
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