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Un consejo (vamos, vamos, Mikel, txapeldun)

Hay un salmo de la Biblia que dice "que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de tí" (refiriéndose a Dios). No sé cómo podían rezar diciendo esas cosas. A mi me daría la risa imaginándome al pobre olvidadizo con la lengua pegada al techo de la boca y hablando con severas dificultades. Gracias al mismo Dios al que se cantaban esas cosas, que a uno se le pegue la lengua al paladar es muy difícil, a no ser que te pongas loctite en lugar de mantequilla en las galletas del desayuno. O que las hostias del domingo estén caducadas, y entonces, al empujarla hacia arriba, hostia, paladar y lengua queden unidos para siempre. Por eso al Xavi le digo que la muerda y de deje de leches, que nuestro Señor no dijo "tomad y chupad",  sino "tomad y comed".

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.