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memoria estúpida

Dicen que la memoria humana es selectiva. Es una manera de hablar. Mi memoria es estúpida. Directamente. Se acuerda de las cosas más idiotas y olvida las importantes.

¿Te acuerdas de mí?, me dijo una chica guapísima en la cola del embarque. Y tuve que reconocer que no.Tampoco me acuerdo de las citas con el psiquiatra ni de tomarme las pastillas. Me suelo olvidar de que estoy herniado y a veces cruzo la calle por cualquier lado y tengo que dar cinco o seis pasitos a la carrera para que no me pille un coche, y luego me tengo que tumbar dos horas. Y a veces no recuerdo cuántos hijos tengo, y me levanto de madrugada a hacer recuento. Un desastre.

En cambio me acuerdo de que Patxi Salinas jugó la final de 84, cuando todo el año había estado jugando Gallego. Y de en que año mi padre se dejó crecer el bigote. Y de cómo el polo que llevo puesto lo compré en Hernani en el 94. Un desastre

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Vamos hombre

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Egun on, Mikel. Aquel día de finales de junio amaneció con el cielo limpio y el suelo seco. Desde el balcón oía a algunos, de esos que hacen comentarios en voz alta mientras sus perros se alivian, suspirar y decir que ya era hora, porque la semana anterior estuvo pasada por agua y las temperaturas bajaron hasta los quince grados, y ambas cosas, entrado el verano, desasosiegan a los humanos más vulnerables. A otros les da igual. Particularmente, a muchos varones de más de 50 años y algo desinhibidos que, en cuanto el termómetro pasa de los 25 grados dos días seguidos, y ven en el calendario que están en junio, sacan de la parte de arriba del armario la caja donde guardan su media docena de pantalones cortos vaqueros con dobladillo por encima de la rodilla, y sus camisas de cuadros de manga corta, planchan las prendas, o se las hacen planchar, se las ponen, y ya no se las quitan hasta después del veranillo de San Martín, en noviembre.  Vestidos de esa guisa, y debajo del paraguas, porque