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Lo que importa y lo que no

Egunon Mikel,

cuando el mes que viene Fernando Rivas (entrenador de la campeona olímpica de badminton) entre en un bar de Madrid a tomarse una caña, no lo conocerá nadie. Y lo mismo que a él le pasará a Eva Calvo en Leganés, a Maialen Chourraut en San Sebastián, o a Lourdes Mohedano en Córdoba. Ni aunque entren dentro en el bar con su medalla olímpica colgando del cuello (adónde va ésta, con lo que falta para carnaval, pensarán).

El fin de los Juegos y el comienzo de la Liga nos devuelve a la cuestión acerca de lo que importa y lo que no y al esquema Deportes-Cuatro, según el cual merecen más atención las molestias de Messi en los isquiotibiales (¿desde cuando existen los isquiotibiales?) o el último periscope de Cristiano presumiendo de Bugatti que las medallas (3 en un mes, y correspondientes a tres Juegos distintos) de Lidia Valentín.

Es lo que pagan los anunciantes, a quienes el badminton, el taekwondo, el piragüismo y la gimnasia rítimica les importan lo mismo que a cada uno de los espectadores de Deportes-Cuatro: una higa.

Es lo que hay.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.