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Ignacio y los contextos

Egunon Mikel:

me sorprenden las audiencias de la series policíacas americanas en España. Es más entretenido leer la prensa o escuchar la radio. España es un país policiacamente (imagino que esto está mal dicho) entretenido. En los Estados Unidos los encuentros entre policías y sospechosos se producen en callejones aislados (en España no hay tantos callejones sin salida repletos de cajas y contenedores como en USA, eso es cierto) o en cubículos grises herméticos y deprimentes. Aquí se usa la cafetería. Allí se ponen gafas oscuras y hablan bajito. Aquí no: imagínate que eres el presidente de un gobierno autonómico y te llama un policía para quedar. Pues aunque el tema te dé mala espina, le citas en el bar de enfrente, en la mismísima Puerta del Sol, que es como el desierto de los Monegros pero al revés, con mucha gente yendo, viniendo, estando y sacándose fotos, y no te llevas ni gafas oscuras, ni el bigote postizo, ni dos guardaespaldas, ni un par de testigos por si al policía se le ocurre saltarse el Estado de Derecho y extorsionarte. Nada. Y cuando la conversación que mantuviste sale a la luz cuatro años después (en España todas las conversaciones son grabadas, no sólo las que tienes con Orange para cambiar de tarifa), dices que aquello ya entonces te pareció muy extraño. Y aunque en la conversación digas cosas impropias de un presidente autonómico, dices que hay que atender al extraño contexto en el que tuvo lugar la conversación (en España hay más contextos que en todo el resto del mundo junto, y siempre encuentras uno que sirve a tus intereses). Y entonces vas e investigas al policía aquel. Y como es dueño de quince sociedades pantalla y tiene más dinero del que debe tener un comisario de Lavapiés, pues ya nadie vuelve a hablar del tema (¿a que no has oído hablar de Ignacio González desde hace quince días?).

Y se acabó. De esta manera, puedes seguir siendo presidente de un gobierno autonómico, que es a lo que todos aspiramos. ¿O no?

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
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