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Morirse a lo tonto

"Heriotzak ere ez du sekula kartarik erakusten" (la muerte nunca enseña las cartas), dice Uribe en esa novela tan especial que os he recomendando ni sé las veces ("Bilbao - Nueva York - Bilbao")

Yo creo que es al revés, pero la realidad no. La realidad dice que la muerte permanece siempre agazapada detrás de nuestra estupidez. Prueba de ello es que Maria nadaba tan ricamente en un parque de Quebec con su traje de novia, pidiendo que le hicieran fotos, hasta que el traje se hizo tan pesado que la arrastró y la ahogó. El día de su boda, con 30 años.

Maria se murió estúpidamente. Igual que Hanna Lundmark imaginó la muerte, como una calma súbita, inesperada, que aparece de ninguna parte, como el viento. Un traslado repentino al socaire.


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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.