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Al aparato

- ¿Diga? Con tanto ruido de gente por detrás gritando (Mendiiiii!!!!, dónde estaaaaaas!!!!) no se oía bien, así que repetí, en voz más alta:

- ¿Diga? (yo todavía digo diga al contestar al teléfono, aunque sepa quién es, que no era el caso, y lo hago porque me gusta conservar algunas tradiciones, no todas, y para evitar que se pierda la palabra diga, que al fin y al cabo solo se usa para contestar cuando llaman por teléfono, y cada vez menos, y ahora me entra la duda de si diga es imperativo, y entonces no tendríamos que contestar diga? sino diga!, y el otro, o la otra, dirían y éste por qué me chilla, o tercera persona del presente de subjuntivo de decir).

- Hola, buenos días, ¿Pedro Mendigutxia?

- Al aparato (esta es una expresión que también me gusta mucho y que hago lo que está en mi mano por conservar, ahora que ya nadie llama "aparato" al teléfono).

- Le llamo de Euskaltel, para presentarle la nueva oferta de canales de televisión...

- Lo siento, no me interesa, no veo la tele.

- Pues entonces lo dejamos así. Muchas gracias.

- Un momento, un momento, a ver, a ver, a ver, a ver. ¿Cómo que lo dejamos "así"?. ¿Lo dejamos cómo?

- Pues usted sin tele y yo jodida en esta mierda de trabajo en el que nadie te hace ni puto caso y en el que tienes que trabajar como una burra para ganar veinte euros al día.

Ahora pago 80 euros mensuales, dispongo de 615 canales que no veo y mi mujer ya no dice que su trabajo es una mierda.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.