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Preanestesia

Pusieron a un celador, al más avinagrado de todos, en el sitio del anestesista. Total, para lo que hay que hacer, debió pensar el Jefe del Servicio. Y así el anestesista se pudo ir a la mariscada de la Peña Athletic de Ampuero, qué coño, la de tiempo que llevaban sin juntarse pues.

Me hizo veinte preguntas de contestar si o no y verdadero o falso, y se molestó un poco cuando dije a destiempo lo del cólico renal, porque no sabía en qué casilla se metía.

Y me dijo que ya me llamarían, antes de gritar siguiente!, como en las pescaderías.

Aunque más rápido.

Comentarios

  1. No sé porque esperamos que en sitios así nos traten como personas, si todo es más rápido cuando la relación es distante e impersonal.

    No vayan a coger cariño a los enfermos o a sentir cierta cercanía y toda la infraestructura de 10 minutos por cabeza se vaya a freír rábanos, además tendrían que cambiar el nombre a los que acuden...porque por algo estará haberlos puesto de nombre "pacientes".

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.