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Otros lenguajes

Hay muchos lenguajes, y uno es el del secapelos.

Mi mujer y yo lo hablamos a la perfección.

Hay un secador de pelos que ella deja encima del armario de cuarto de baño. El armario de cuarto de baño es también el espejo del cuarto de baño, una cosa de esas modernas. Que cuando te quieres ver la cara, cumple su función estando cerrado, pero que si quieres la cuchilla de afeitar, por poner un ejemplo, tienes que abrir. Y entonces el secapelos se cae. Unas veces lo sujeto con las manos, otras me cae en la cabeza, otras se estrella contra el lavabo, otras contra el suelo... Yo me cago en sus muertos y lo dejo en la repisa de la ventana. Por las noches mi mujer se ducha, para ir fresquita a la cama, y después se seca los pelos, para no agarrar un catarro. Ve el secapelos en la ventana, se caga en mis muertos, y después de usarlo lo pone encima del armario.

Y al día siguiente pasa lo mismo.

Desde hace diez años.

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Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.