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Poesía

Un hijo que tengo, en cambio, es un gran seguidor, amigo de facebook diríamos ahora, de Miguel Hernández, Gloria Fuertes y de la intriga de la hormiga Miga. Es recitar dos versos del poema ese de la flor y empezar a mondarse de risa. Agua, fango y barro, para que no coja un catarro, o barro, agua y fango, para que baile un fandango, son otros versos del mismo poema, que ha aprendido de memoria.

Cuando va corriendo al baño, se le oye decir: 

tengo una fuerte apretura,
que me lleva a la locura.

¿Que cenamos macarrones?, 

¿pero otra vez macarrones?,
ya estoy hasta los faldones.

¿Que toca hacer los deberes?, 

solo empezar a estudiar,
y ya empiezo a estornudar.

¿Qué queréis? Otros presumen de hijos "brillantes" en los estudios, o de campeones nacionales de esgrima o bolo a cachete.

Comentarios

  1. Desde hace muchos años, desde que los conocí y sigo sus actividades, dichos, ocurrencias, actitudes, idiosincrasia, sensibilidad y genialidad; no he durado ni un momento de ese don de brillantes que tienen cada uno a su manera, además de ser unos jatorras los tres.

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Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.