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la pantera rosa

A la mierda. Leí el otro día en El Faro de Vigo que el Gobierno acaba de aprobar la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, la cual incluye la prohibición de que en los Colegios se pueda adquirir bollería industrial. Esto ya es triste. Pero la ley deja, además, algunos flancos abiertos, que provocarán lamentables incidentes y malentendidos en los recreos de nuestras escuelas. Describiré uno, que presencié, no recuerdo si directamente o en sueños. Se trata de ese perillán de tercero de primaria que sale corriendo al patio con una pantera rosa en la mano, la misma que su madre ha comprado en el súper diciendo coño, las pantera rosa, pues no me comí pocas yo en el recreo, y todavía se venden, voy a comprar. Y entonces el monitor vigilante del patio, que ha sido contratado para favorecer el buen ambiente entre los críos y evitar peleas y minimizar los efectos de los cotidianos trompazos y discusiones, se ve abocado a hacer cumplir, por el bien del chaval, y contra el criterio de sus descuidados padres, la Ley de Seguridad Alimentaria, y le arrebata la pantera rosa diciendole, qué, te quieres convertir en un gordo el día de mañana, lleno de grasas saturadas que te salgan por los poros?, se acabó, trae aquí esa bazofia industrial y toma esta pera de Rincón de Soto que cumplirá con todos los requisitos de la dieta mediterránea, y que te aportará los nutrientes necesarios para llegar sano y salvo a las alubias con chorizo, tocino y costilla del menú de hoy, bribón!

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.