Con lo que me gusta la novedad, no sé por qué he descubierto tan tarde la osteopatía. A lo mejor es porque soy bastante huevazos para según qué.
Cada vez que voy, el osteópata me descubre algo nuevo. La primera vez me hizo reparar en que estaba tarado del lado derecho: la clavícula rota y mal soldada, el codo dislocado, una sordera galopante, un ojo vago, un testículo epididimítico, un conducto uninario obstruido, decenas de empastes en las muelas, cosas todas que ya sabía yo, pero solo en alguna medida, y nunca vistas todas juntas, y en la derecha, lo cual impresiona bastante.
En la segunda ocasión ha descubierto que mi pierna izquierda es sensiblemente más corta que la derecha, lo cual me obliga ahora a caminar con un alza en el zapato de ese lado. Me he construido el peralte por dentro, a base de plantillas, para que no lo note la gente que me conoce, y me empiece a preguntar qué te ha pasado en la pierna y yo le tenga que contestar, nada, siempre ha estado así, era yo el que no lo notaba, ni tú, ni nadie.
Cada vez que voy, el osteópata me descubre algo nuevo. La primera vez me hizo reparar en que estaba tarado del lado derecho: la clavícula rota y mal soldada, el codo dislocado, una sordera galopante, un ojo vago, un testículo epididimítico, un conducto uninario obstruido, decenas de empastes en las muelas, cosas todas que ya sabía yo, pero solo en alguna medida, y nunca vistas todas juntas, y en la derecha, lo cual impresiona bastante.
En la segunda ocasión ha descubierto que mi pierna izquierda es sensiblemente más corta que la derecha, lo cual me obliga ahora a caminar con un alza en el zapato de ese lado. Me he construido el peralte por dentro, a base de plantillas, para que no lo note la gente que me conoce, y me empiece a preguntar qué te ha pasado en la pierna y yo le tenga que contestar, nada, siempre ha estado así, era yo el que no lo notaba, ni tú, ni nadie.
De un osteópata a otro hay tanta diferencia como de un huevo a una castaña. El primero que conocí, era además, médico en su término clásico; suave, delicado, ni medio movimiento brusco, todo suavidad y relajación.
ResponderEliminarEl segundo, como su antítesis, no siempre es así, pero en la mayoría de las sesiones te hace un daño brutal, para que luego no te duelan las cosas durante un mes.
El primero lo dejé porque no notaba grandes cambios y el segundo por notar demasiado dolor, no me compensaba sufrir concentrado durante hora y media, para que no doliera luego en unas semanas. En la sesión lloraba y me salían moratones y siempre me dolía muchísimo más intenso que luego en los días siguientes. No me compensaba pagarle para que me doliera mucho, frente a no gastar y que me duela vaya.
Pero lo importante es dar con el que te arregle, que utilice la técnica que te alivia. Y todavía mejor que eso, conseguir una buena lista de estiramientos fundamentales, para hacerlos todos los días, mejoras cantidad y te gastas el dinero en cervezas 0,0 al limón que están buenísimas.