Ya decía yo ayer que siempre me ha llamado la atención ver a gente educada y seria comiendo gambas con los dedos, y poniéndose de jugos de marisco hasta el codo, y haciendo ruido al chupar las cabezas, sin saber que éstas están llenas de mercurio y otros metales pesados que complican bastante la digestión.
Es una práctica tan habitual en entornos civilizados que hasta los restaurantes la favorecen, al entregar a los comensales unas toallitas humedas que hacen que todo el mundo salga del local con olor a esencia de limón, una vez que se la han pasado por manos, muñecas, antebrazos, codo y cara.
La deshinibición llega a tal punto que algunos se la pasan por el sobaco, en el caso de que los líquidos que estos pequeños marisquillos tienen en su interior hayan venido resbalando hasta encontrar acomodo en los pelillos que suele albergar esa zona del cuerpo humano. En ese caso, en lugar de lograr el efecto buscado, el restriegue de la toallita favorece la aparición de un nuevo ecosistema, gracias a la mezcla de sudor humano, pis de gamba y esencia de limón.
Yo por eso siempre uso el tenedor y el cuchillo del pescado, en una maniobra que realizo gracias a mi habilidad natural y al concienzudo entrenamiento.
Otro día hablaré de cuando al morder la gamba sin cuidado mojas al vecino de al lado, guarrada que debiera terminar con la expulsión del restaurante, pero que suele acabar en risas y jacarandas.
Es una práctica tan habitual en entornos civilizados que hasta los restaurantes la favorecen, al entregar a los comensales unas toallitas humedas que hacen que todo el mundo salga del local con olor a esencia de limón, una vez que se la han pasado por manos, muñecas, antebrazos, codo y cara.
La deshinibición llega a tal punto que algunos se la pasan por el sobaco, en el caso de que los líquidos que estos pequeños marisquillos tienen en su interior hayan venido resbalando hasta encontrar acomodo en los pelillos que suele albergar esa zona del cuerpo humano. En ese caso, en lugar de lograr el efecto buscado, el restriegue de la toallita favorece la aparición de un nuevo ecosistema, gracias a la mezcla de sudor humano, pis de gamba y esencia de limón.
Yo por eso siempre uso el tenedor y el cuchillo del pescado, en una maniobra que realizo gracias a mi habilidad natural y al concienzudo entrenamiento.
Otro día hablaré de cuando al morder la gamba sin cuidado mojas al vecino de al lado, guarrada que debiera terminar con la expulsión del restaurante, pero que suele acabar en risas y jacarandas.
Se ve que el protocolo en los bares esta muy relajado.
ResponderEliminarTambién se las trae el hecho de tirar las servilletas al suelo. Con la excusa de que en muchos de ellos no hay unas papeleras justo a la altura de la mano con la servilleta guarreada, se deja caer como si en casa también fuese una acción habitual.
¡Y cómo queda el suelo alrededor de la barra!. Que si se te cae algo, ¡de qué vas a meter la mano en semejante inmundicia!, ahí quedará para la escoba. Creo que, lo consienten en los bares por la propina que sacan con los hallazgos al barrer: anillos, pulseras, mecheros, monedas, un chihuahua, móviles, llaveros, , mp3, cortaúñas, ipods, ....