Como nadie lo explica claramente, me ha dado por pensar que la causa de la hernia discal que me ha salido es precisamente esa: andar cuarenta y seis años y medio con una pierna más corta que otra, y no prestarle atención al tema. Y andar bastante. No de casa al kiosko y del kiosko a casa, no. Paseos incluso por la Playa de la Concha, en el mismísimo San Sebastián.
Que no os pase a vosotros. Que no llegueis a la preancianidad sin mediros las piernas. Pero bien medidas, no de cualquier manera. Que no os penséis que yo soy un dejao. He pasado todas las revisiones médicas establecidas, incluidas las de la mili, tan rigurosas. Todas, menos las últimas diez de la mutua, por miedo a que me dijeran, tú, de baja, por paticorto de un lado, o por no oir nada, o por respirar entrecortado, o por mirar demasiado fijo, o por hematocrito saturado.
Que no os pase a vosotros. Que no llegueis a la preancianidad sin mediros las piernas. Pero bien medidas, no de cualquier manera. Que no os penséis que yo soy un dejao. He pasado todas las revisiones médicas establecidas, incluidas las de la mili, tan rigurosas. Todas, menos las últimas diez de la mutua, por miedo a que me dijeran, tú, de baja, por paticorto de un lado, o por no oir nada, o por respirar entrecortado, o por mirar demasiado fijo, o por hematocrito saturado.
Comentarios
Publicar un comentario