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Hematocrito saturado. Mis piernas (2).

Como nadie lo explica claramente, me ha dado por pensar que la causa de la hernia discal que me ha salido es precisamente esa: andar cuarenta y seis años y medio con una pierna más corta que otra, y no prestarle atención al tema. Y andar bastante. No de casa al kiosko y del kiosko a casa, no. Paseos incluso por la Playa de la Concha, en el mismísimo San Sebastián.

Que no os pase a vosotros. Que no llegueis a la preancianidad sin mediros las piernas. Pero bien medidas, no de cualquier manera. Que no os penséis que yo soy un dejao. He pasado todas las revisiones médicas establecidas, incluidas las de la mili, tan rigurosas. Todas, menos las últimas diez de la mutua, por miedo a que me dijeran, tú, de baja, por paticorto de un lado, o por no oir nada, o por respirar entrecortado, o por mirar demasiado fijo, o por hematocrito saturado.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.