Estaba yo atando dos neuronas de mi cabeza que la gabapentina había desatado cuando entró mi hija en la habitación esparciendo por el aire unas endorfinas destructoras que lo estropearon todo. La discusión empezó con una demanda de aumento del saldo del móvil que no supe encajar como un progenitor equilibrado. De ahí pasamos a las ironías y terminamos como el rosario de la aurora. El pequeño entró en el cuarto inmediatamente después y se le pegaron dos endorfinas al humor, de manera que no supo encajar como se espera de un niño educado de nueve años mi negativa a doblar la asignación semanal destinada a la compra de chuches. Y dijo pues vaya mierda y se marchó. A mí todas estas peleas domésticas me dejan bastante agotado, con la atención dispersa y con una sensación de incapacidad para el desempeño mayor que la de un policía en Noruega. Y luego no puedo centrarme en la recomposición de mi tejido neuronal. A ver si con las vacaciones.
Egun on, MIkel. Tienes razón en lo de las chanclas, y lo apunto para tratarlo en una próxima digresión, pero, hablando de ropa, yo creo que cada edad tiene su manera propia de vestir. Y que cualquier otra le es impropia. Lo digo sin rigideces y sin formalismos. La amplísima variedad que se ofrece en las tiendas ya da como para no tener que vestir con cincuenta como si se tuvieran veinte. Hay un momento de la vida en el cual determinadas partes del cuerpo deben permanecer ocultas a la vista de los demás. De esto no tengo ninguna duda. Por ejemplo, las piernas, en todo lo que ellas comprenden, desde el tobillo hasta la ingle. También la barriga, en un radio de un metro y medio desde el ombligo. O los brazos, desde la muñeca hasta el hombro. A partir de los cuarenta y pico eso ya no se enseña a nadie. Ni a uno mismo, si no es para lavar. La profusión capilar, cuando se da, convierte esas partes de algunos cuerpos en espectáculos especialmente repulsivos y deleznables. Así, y en mi o
No hay nada menos aburrido ni más desesperante que educar adolescentes y cohetáneos. Con un plus de intensidad añadida si de alguna manera uno se encuentra mermado por algún deterioro físico, químico, afectivo, mental, espiritual, material o etéreo.
ResponderEliminarDe pekes, los hijos nos preocupan un montón, pero nada más sabio que el conocimiento que encierra la lacónica frase:
"peor con barbas que con babas".
¡Ármate de paciencia, compañero"