La verdad de toda esta historia es que llevaba tiempo queriendo
tener una planta bonita, porque
la que tengo en el salón esta hecha una mierda, toda deshojada, y como
no sabía qué hacer, pues me operé de la espalda. Y cuando al día
siguiente, interrumpiendo la siesta en la que digería las lentejas con
pollo, entró el de flores alegría, se cumplieron todas las
expectativas. Pero todas. Las de decoración del salón y las del corazón
mío, porque entre los rastrojos esos que les ponen ahora a todas las
plantas había una notita que ponía "de tus compañeros del colegio Jesús -
María". Qué alegría.
Les
escribí una nota agradeciéndoselo y recordándoles, por si pensaban
mandar más cosas,
que se me estaban acabando los bombones. La gente que venía a verme al
Hospital, hasta aquel momento, comían de los que había sin recato
alguno.
El efecto de tu nota en el comedor del Colegio provocó la misma satisfacción; sólo que en tu caso fue de todos para uno y en el Cole de uno para todos, absolutamente fiel al estilo de Dartañán y los Mosqueteros.
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