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Vida normal

Levantarme a hacer pis por la noche me costó tres cuartos de hora, desayunar no pude hasta que no vino una señora de los servicios sociales para ver si quería algo, y le dije que sí, que me diera el café a sorbitos, y moverme hasta la ventana requería hacer acopio de unas fuerzas que no tenía. Todos estos elementos y otros parecidos fueron tomados en consideración por el equipo médico para decidir darme el alta y mandarme a casa esa misma mañana, con un informe que decía que anduviera un rato todos los días, que tomara ibuprofeno si me dolía, que pidiera cita para dentro de mes y medio y que fuera haciendo vida normal.

- ¿y qué es una vida normal, doctor?, pregunté.

- pues ya sabe, poner unas lentejas, jugar al uno con los hijos, ir a votar si toca, contestar con cariño a los comerciales de euskaltel, salir a bailar, lo que hace todo el mundo. Evite sólo las cosas que lleven peligro evidente, saltar del balcón a la calle, las reuniones de comunidad de vecinos y los encuentros con madres en el parque. Y si tiene hijos adolescentes, sigales la corriente en todo.

Comentarios

  1. Es la crisis, Pedro, gastan en los hospitales menos que un gato en zapatillas.
    Sé de alguien que con fiebre y andando mucho peor que Robocop, le sacaron de la UCI y encima contentos porque no era la forma normal como suelen hacerlo de ese pabellón.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.