Levantarme a hacer pis por la noche me costó tres cuartos de hora,
desayunar no pude hasta que no vino una señora de los servicios sociales
para ver si quería algo, y le dije que sí, que me diera el café a
sorbitos, y moverme hasta la ventana requería hacer acopio de unas
fuerzas que no tenía. Todos estos elementos y otros parecidos fueron
tomados en consideración por el equipo médico para decidir darme el alta
y mandarme a casa esa misma mañana, con un informe que decía que
anduviera un rato todos los días, que tomara ibuprofeno si me dolía, que
pidiera cita para dentro de mes y medio y que fuera haciendo vida
normal.
- ¿y qué es una vida normal, doctor?, pregunté.
- pues ya sabe, poner unas lentejas, jugar al uno con los hijos, ir a votar si toca, contestar con cariño a los comerciales de euskaltel, salir a bailar, lo que hace todo el mundo. Evite sólo las cosas que lleven peligro evidente, saltar del balcón a la calle, las reuniones de comunidad de vecinos y los encuentros con madres en el parque. Y si tiene hijos adolescentes, sigales la corriente en todo.
- ¿y qué es una vida normal, doctor?, pregunté.
- pues ya sabe, poner unas lentejas, jugar al uno con los hijos, ir a votar si toca, contestar con cariño a los comerciales de euskaltel, salir a bailar, lo que hace todo el mundo. Evite sólo las cosas que lleven peligro evidente, saltar del balcón a la calle, las reuniones de comunidad de vecinos y los encuentros con madres en el parque. Y si tiene hijos adolescentes, sigales la corriente en todo.
Es la crisis, Pedro, gastan en los hospitales menos que un gato en zapatillas.
ResponderEliminarSé de alguien que con fiebre y andando mucho peor que Robocop, le sacaron de la UCI y encima contentos porque no era la forma normal como suelen hacerlo de ese pabellón.