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Churros

Otra de las milongas que jalonan mi relación con la clase médica en estos nueve meses de entretenidas esperas es la de la resonancia magnética. Me hicieron esta prueba el domingo 27 de marzo por la mañana, y el 7 de septiembre, cinco meses y medio después, el neurocirujano dice que aquí no se ve nada, y que a ver quién a hecho esta birria de informe. Esto pasa después de que la misma resonancia y el mismo informe los hayan visto tres médicos, públicos y privados, incluido el que ahora no ve nada, y no han dicho que aquí no se ve nada. Claro, como no veía nada, preguntó a ver cuándo la habían hecho, y yo le dije que un domingo por la mañana, y entonces me contestó que los domingos por la mañana hacen mejores resonancias magnéticas en una churrería. Esto me extrañó, porque yo nunca he visto que en las churrerías hagan pruebas diagnósticas de esta complejidad. Pasada la extrañeza, y vista la naturalidad de la sentencia del médico me imaginé, porque este país es así, que al técnico de rayos le tocaba los cojones trabajar aquel domingo, y en consecuencia, hizo una mierda de trabajo, el cual, o tan mierda no era o la mierda fue el trabajo de los otros, porque fue tomado por bueno durante meses por todo el sistema sanitario.

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