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Ruido y frío

Mi compañero de habitación no ronca. Eso ya es algo. Y tampoco habla, conversaciones de esas tontas porque tocan, ya que estamos, y eso si que es media vida. Pensé en proponerlo candidato al Conejo de Oro Cruces 2011. Pero tiene calor todo el rato. Por eso duerme encima de la cama y con la ventana abierta de par en par. Cuando me pregunta si me molesta le digo que no, porque no es cuestión de ir haciendo enemigos cuando tienes que compartir con ellos el WC, pero me molesta mucho, porque entra frío y porque entra ruido. Como estamos en el primer piso del Hospital, a ocho metros escasos en linea recta de la autovía Bilbao - Santander, es como si tuviéramos la habitación en la mediana. Y de esta manera, no es que no puedas dormir, es que no puedes vivir, y se te alteran los nervios hasta unos límites que no soportaría ni un profesor de la ESO en San Blas.

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Declaración de intenciones

Las lágrimas se guardan para los entierros, y la vida hay que buscarla allí donde lo dejan a uno. En una casa buena de Cádiz o en el infierno. Donde sea, donde se pueda El asedio, de Arturo Pérez Reverte Esta es la sabiduría de Felipe Mojarra, salinero, de la Isla, de barro hasta las rodillas y que pelea contra el francés, en el año de 1811, en la Bahía de Cádiz, sin saber por qué. Y esa es la que buscaré compartir con vosotros cada mañana desde este rinconcito de la red. ¡Qué gusto volver a escribir!
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres. No es ya un extraño país lejano en el horizonte, es cita donde me aguardan pupilas que me conocen, labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen, en los que revivir puedo amadas palpitaciones, y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones: me gusta saber que Dios prepara para los hombres Paraísos que permiten recuperar los adioses. Allí se me van llegando uno a uno mis amores, con besos hoy silenciosos que tendrán resurrecciones. Se me va poblando el cielo de rostros y corazones, se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.